Abril 1986.
Comisión investigadora sobre secuestro y asesinato perpetrados contra los ex legisladores Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, Acta Nº 34, Sesión del día 7 de abril de 1986.
SEÑOR FAU: La pregunta es si la testigo se ratifica en lo que dice en este documento.
SEÑORA TRÍAS: Exactamente, me ratifico. Y voy a decir otra cosa: el nombre es Pedro Mattos; es capitán. Ahí figura una salvedad en el nombre porque yo lo conocí por el seudónimo. El nombre de él es Pedro Mattos, capitán de Coraceros. En este momento es capitán.
SEÑOR FAU: Por ahora es lo que tenía que manifestar.
SEÑOR GARCÍA: Sin perjuicio de que la testigo en su nota se ha manifestado en forma clara, creo que los integrantes de esta comisión debemos formularle algunas preguntas por lo menos para clarificar algunas dudas que todos podemos tener. La primera pregunta es si la testigo tenía conocimiento de la constitución y la actuación de esta comisión; es decir, si sabía que había una comisión investigadora a nivel del Parlamento, y cuándo tuvo ese conocimiento.
SEÑORA TRÍAS: Yo, cuando empecé con esto, o sea, cuando manifesté mis primeras inquietudes –las inquietudes las tuve en el primer momento– cuando pude hablar, fue cuando me comuniqué con la gente de Derechos Humanos en el Hospital de Clínicas porque soy funcionaria del Hospital. Ahí me conectaron con SERPAJ, y SERPAJ me dijo que había una comisión investigadora. Yo no sabía la fecha de la muerte de Michelini; no había leído nada. Yo lo que sabía lo sabía por mi información, o sea, por lo que declaro, sabía que se había formado ya una comisión investigadora. Eso me lo informaron en SERPAJ, servicio de Paz y Justicia.
SEÑOR GARCÍA: Usted acaba de decir: Cuando pude hablar. ¿Usted tuvo algún impedimento?
SEÑORA TRÍAS: No, pero creo que no había condiciones en épocas pasadas, doce años, que no se podía mucho.
SEÑOR GARCÍA: ¿Qué persona dijo que la había invitado a concurrir al apartamento del señor Mattos?
SEÑORA TRÍAS: Juliana de Sarro, que es la madrina de bautismo de mi hija menor y esta señora estaba casada con otro oficial, que no conozco nada de él.
SEÑOR GARCÍA: ¿Cómo es el nombre de la persona?
SEÑORA TRÍAS: Juliana de Sarro. Estaba casada con un oficial y mantenía relaciones con el teniente coronel Cordero, y también tenía relaciones con Mattos. Esa señora tiene una hija, que es hija de Cordero. También tenía relaciones con Mattos.
SEÑOR GARCÍA: ¿Usted escuchó en alguna oportunidad con sus propios oídos hacer esa especie de confesión al señor Mattos, o sabe lo que manifestó por boca de esa señora?
SEÑORA TRÍAS: No; él me lo dijo a mí y ella estaba presente. Fue una conversación entre los tres. No, no es que me haya dicho o que ella me lo haya dicho; hablamos entre los tres.
SEÑOR GARCÍA: ¿Eso en qué año fue?
SEÑORA TRÍAS: En el 76, a fines de mayo. No es una conversación que ella haya tenido de mujer a mujer. Me llamaron a mí como un recurso porque él estaba emocionalmente shoqueado; estaba mal. Entonces, él recurrió a mí por el conocimiento que tengo, por lo que puedo saber de psicología y apoyar a una persona y confortarla en un momento…
SEÑOR GARCÍA: ¿Qué conocimientos tiene usted de psicología?
SEÑORA TRÍAS: Los suficientes que pueda haber adquirido en la práctica, los que pueda haber leído en teoría y soy enfermera, y además, tengo veinte años trabajando profesionalmente.
SEÑOR GARCÍA: ¿Esta señora la llamó a usted para auxiliar al señor Mattos?
SEÑORA TRÍAS: Yo no pienso que me haya llamado, como profesional, para arreglar el asunto, sino para que lo confortara, porque tenía confianza en mí, ella al menos, en que yo podía ayudarlo o hacer algo por él o algo que no estaba en la mano de ella hacer.
SEÑOR GARCÍA: ¿Conoce el domicilio actual de la señora De Sarro?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor.
SEÑOR GARCÍA: ¿Tiene algún indicio que le permita afirmar si ella estaría dispuesta a declarar?
SEÑORA TRÍAS: Justamente. Me interesó muchísimo que se me haya llamado en este momento porque yo no la había visto nunca más a esta señora. Esta señora apareció en casa después que me llegó la citación. Entonces, ahí surgió algo bastante raro, porque habló conmigo, habló de cosas triviales y después entró de lleno de hablar del asunto: Mattos, Cordero, Mattos, Cordero. Después me dijo que se iba a quedar en casa y, entonces, en la mitad de la noche, abrió la puerta y se fue. Al otro día cuando llegué a trabajar ella estaba internada en el Hospital de Clínicas, en Emergencia; se había intentado matar; se había intoxicado.
SEÑOR GARCÍA: ¿Cuándo fue eso?
SEÑORA TRÍAS: Eso fue ahora. Me citaron creo el jueves o el viernes y fue al día siguiente. Yo no sé si eso a usted se lo comuniqué, pero le comuniqué a SERPAJ que había pasado eso. Yo toqué eso, porque me preguntan…
SEÑOR GARCÍA: Y, en el día de hoy, ¿dónde está y en qué condiciones está esa señora?
SEÑORA TRÍAS: Esa señora ahora está en la casa. Le dieron de alta y está en su casa. Hoy, ¿es lunes? Esta señora…
SEÑOR GARCÍA: Ella intentó matarse y ¿en qué forma?
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR GARCÍA: ¿En qué forma intentó matarse?
SEÑORA TRÍAS: Se intoxicó con psicofármacos; estuvo internada en Emergencia del Hospital de Clínicas. Precisamente, yo no quiero desviarme del tema de la pregunta que usted me hizo. Usted me preguntó si esa persona estaría dispuesta a declarar. Esa señora… o sea ella está implicada del otro lado en el asunto. Yo la veo muy conflictuada. Ella intentó saber en qué estaba yo y yo le dije que no había pasado nada, que me habían hecho preguntas y que quedó todo así. Yo le hablé francamente y le dije: “¿no te servirá para este momento que estás pasando, enfrentar, que hay una comisión, y hablar? Tú no vas a acusar ni a defender a nadie, sino explicar tu situación, porque sabés que yo te nombré y que te han nombrado, que tu nombre está escrito”. Y ella me dijo: “Yo no tengo ningún inconveniente en comparecer; no sé de qué les puede servir, pero yo no tengo ningún inconveniente en comparecer”. Y agregó: “Yo no voy a favorecer a nadie”.
SEÑOR GARCÍA: Lo cierto y lo concreto es que usted a fines del mes de mayo del año 1976 escuchó de boca del señor Mattos y no por boca de esta persona que él había asesinado al señor Michelini.
SEÑORA TRÍAS: Sí; él me lo dijo a mí misma.
SEÑOR FAU: Antes de continuar, conviene aclarar un aspecto. Señor secretario, ¿qué día la señora recibió la citación?
SEÑOR SECRETARIO: El día viernes 3 a las 21.30 fue notificada en forma personal.
SEÑOR FAU: ¿Y ella la visitó esa misma noche?
SEÑORA TRÍAS: Sí, creo que fue el viernes de noche; ese mismo día. Fue una coincidencia increíble.
SEÑOR FAU: Y esa acción…
SEÑORA TRÍAS: Fue el mismo sábado. Cuando yo fui de mañana a trabajar ella estaba internada en Emergencia.
SEÑOR FAU: Por lo cual consta ahí, en el Hospital de Clínicas.
SEÑORA TRÍAS: Por supuesto, ¡cómo no va a constar que estuvo internada!
SEÑOR GARCÍA: ¿Cómo sabía esa persona que usted era la testigo, cuando se ha mantenido el más absoluto secreto?
SEÑORA TRÍAS: No, ella no sabía que yo era la testigo ni sabe tampoco. No, lo que ella sabía es que yo estaba en SERPAJ y que SERPAJ estaba interesado en esta investigación. No, ella no sabe para nada que yo era la testigo. Yo supongo que no sabe, no quiero…
SEÑOR GARCÍA: Es decir que ella fue a su casa, según usted supone, cuando se enteró que usted estaba en SERPAJ, pero no como citada por la comisión.
SEÑORA TRÍAS: Yo no puedo saber a qué fue ella a mi casa ni qué tenía ella en su pensamiento. Eso es lógico. Pero que ella fue a mi casa para ver qué podía interrogar y qué podía sacar, eso era aplastante, porque la conversación derivó sólo en ese tema. Ella estuvo hasta las tres de la mañana hablando.
SEÑOR GARCÍA: ¿Y qué relación tiene actualmente esa persona con el señor Mattos?
SEÑORA TRÍAS: Sigue viéndolo. A los dos: a Mattos y a Cordero.
SEÑOR GARCÍA: ¿Mantiene la misma situación personal?
SEÑORA TRÍAS: No sé, en ese sentido, no sé. Pero con Cordero sí sigue, según ella me dijo. Y con Mattos también. Yo le pregunté: “Y ellos, ¿cómo están?”, “Y, lo más bien”, me dijo. “Y no va a pasar nada con ellos, si ellos están lo más bien”, me dijo. Y ella habló abiertamente, como considerando que las cosas eran así.
SEÑOR LAMAS: Desearía reiterar una pregunta que ya fue hecha, pero cuya respuesta no entendí bien. ¿Podría aclarar la testigo cuál eran las relaciones entre la señora Juliana de Sarro y el teniente coronel Mattos, y a su vez, el oficial Cordero?
SEÑORA TRÍAS: Era amante de los dos. ¿Entiende ahora?
SEÑOR LAMAS: Correcto.
SEÑOR RIJO: Atento a la ratificación de la testigo, me parece que va a ser de toda necesidad hacer un breve intermedio, de manera que los diputados podamos quedarnos solos y articular el interrogatorio, por lo menos el interrogatorio básico, ante un hecho tan importante como este al que estamos enfrentados.
SEÑOR PRESIDENTE: Si no se formulan observaciones al planteamiento del señor diputado Rijo, pasaríamos a intermedio por unos minutos.
La comisión pasa a intermedio.
Continúa la sesión.
[quién habla?] En primer lugar, nosotros queremos aclarar a la testigo que debe tener la más absoluta tranquilidad en que esto es totalmente confidencial. Al ratificar usted lo señalado en la carta recibida por esta comisión, le solicitaríamos a la testigo que realizara un relato más minucioso de cómo acontecieron todos esos sucesos, es decir, los hechos. Esto arranca de 1976 y por eso comprendemos que algunos puntos usted no los tenga con una claridad total.
SEÑORA TRÍAS: ¿Usted me quiere significar que extienda un poco más la declaración?
SEÑOR PRESIDENTE: Exacto.
SEÑORA TRÍAS: Porque la declaración es concisa, concreta, lo que en ese momento decidieron y me aconsejaron los abogados que declarara así. Yo estaba enterada, más o menos, de los movimientos que había, de cómo se movía esta gente. Yo era funcionaria del Hospital y este señora… Yo frecuentaba la casa de esta señora.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Del Hospital de Clínicas?
SEÑORA TRÍAS: Yo era funcionaria del hospital.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿De qué hospital?
SEÑORA TRÍAS: Del Hospital de Clínicas, perdón. Frecuentaba la casa de esta señora por razones personales. Bueno, no son íntimas, puedo decirlo. Yo estaba divorciándome, ella era la madrina de mi hija, me dieron mucho apoyo, me ayudaron mucho, frecuentaba la casa y oía muchas conversaciones, pero nunca dirigiéndose a mí, sino que se hablaba abiertamente. Ella en ese tiempo estaba casada con un civil, un señor que no tiene nada que ver con los militares, con nada, un señor, un trabajador con ideas democráticas; nada que ver. Simplemente él dejaba actuar, oía. Yo oí conversaciones y no me estaba gustando. Ya empecé a apartarme, ya dejé de frecuentar tanto la casa y ya empecé a buscar dónde mudarme y en ese tiempo me mudé. Cuando yo me mudé, dejé de verla un tiempo, que sería del 75 al 76, un año más o menos, supongamos. Y, entonces, ella me llama por teléfono. No. Yo la vi un mes antes, más o menos. No. la vi antes; la vi a fin de año. Después de fin de año dejé de verla. La vi el día de fin de año o en una de esas fiestas tradicionales, que por los regalos, que por la ahijada… Y después la volví a ver cuando ella me llamó. Entonces, me habló francamente todo lo que había pasado; de los problemas esos, no me explicó detalles, no me dijo nada.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Ella la llamó a su casa? ¿A la casa de ella?
SEÑORA TRÍAS: Ella me llamó al hospital en plena guardia, en la mitad de la guardia. Me llamó al Hospital de Clínicas y me dijo: “Tomate un taxi, venite a esta dirección” (no puedo recordar la dirección, era en Pocitos, pero por más que pienso no la puedo recordar) “que estoy con el ‘Burro’” (como decía ella) “que se siente muy mal. Vení para acá”. Yo le pregunté: “Pero ¿necesitás que lleve algo?”. “No, no, queremos conversar contigo no más, porque estamos muy amargados, estamos muy preocupados”.
SEÑOR PRESIDENTE: Usted ya sabía que ella mantenía relaciones con el señor Mattos…
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: … simultáneamente con el señor…
SEÑORA TRÍAS: Cordero. Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: … Cordero.
SEÑORA TRÍAS: Sí, sí.
SEÑOR PRESIDENTE: Entonces, usted se dirige a la casa…
SEÑORA TRÍAS: A esa dirección que ella me dio. Recuerdo que me dijo: “Tomate un taxi que te lo pagamos acá”. Yo fui a esa casa; le di la dirección al taximetrista y fui. Era un edificio, toqué timbre abajo y por el portero eléctrico no me contestaban. Insistí y ella contestó, él no contestó. Entonces me dijo: “Te abro la puerta, entrá y cerrá en seguida”, la puerta de abajo. Era en planta baja, me acuerdo que el apartamento era la segunda puerta. Al llegar a la puerta, toco timbre y tampoco me abren, cuando insistí, toqué con los dedos y dije: “Soy yo”, entonces, abrió ella la puerta, él estaba detrás de la puerta con un revólver, así, con el revólver en la mano derecha, atrás de la puerta, hizo un movimiento, se corrió y se rió. Se sentó, se sirvió un whisky, se puso a conversar. Entonces, yo le pregunté a Juliana: “¿Qué pasa?”. Y ella me empezó a decir: “No, que está traumado, que tiene un problema, que no sabíamos qué hacer, que él se siente mal, que no quiere comer, que tiene…”, no sé cuántos problemas más. Entonces yo… No es que yo la haya interrogado ni que ella haya insistido, sino que ellos me llamaron o ella me llamó, no sé si era para descargar en alguien o para qué. Yo recuerdo que no les pregunté nada, porque además yo no sabía nada, ni de la muerte de Gutiérrez Ruiz, ni de Michelini; yo no sabía nada en ese momento.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted no estaba enterada?
SEÑORA TRÍAS: De nada, absolutamente de nada. Yo estaba apartada de eso en ese momento. Yo estaba dedicada a trabajar, estaba en el problema de que el hospital había sido intervenido recién, que estaba el coronel Boix. Para mí estaba todo bien, yo estaba en una casa nueva a la que me había ido con mi hija menor y estaba iniciando otra vida. Estaba completamente apartada de todo. Y ella me dijo eso. Y es más: no quiero extenderme en la pregunta que usted me hizo, pero ellos no me nombraron a más nadie que a Michelini. Me dijeron a Michelini, no me nombraron ni a Gutiérrez Ruiz ni que había otras personas ni nada. Me dijeron que había matado a Michelini. Eso es lo que yo quiero hacer hincapié, porque eso es lo que yo misma reconozco que es algo –ahora que estoy enterada de cómo fueron las cosas– que discrepa un poco con el resto. Ellos me hablan de Michelini en particular. Ahora en este momento no, pero en aquel momento, sí, sólo de Michelini me hablaron. Ahora en este momento ella me habló y habla como que es concreto, que Gutiérrez Ruiz, que Michelini. Los nombra como si estuvieran en un libro de historia, pero en aquel momento me hablaron solamente de Michelini.
SEÑOR PRESIDENTE: Ella ahora habla de Michelini y de Gutiérrez Ruiz, ¿pero también lo vincula al capitán Mattos como que hubiera sido el homicida?
SEÑORA TRÍAS: Ella me contestó como con ironía cuando yo le dije abiertamente: “Pero ¿fue Mattos quien mató a Michelini?”. Ella me contestó con ironía y me dijo: “El torturador es Cordero”, me dijo ella.
SEÑOR RIJO: ¿Cómo?
SEÑORA TRÍAS: “El torturador es Cordero”, me dijo ella. “Es ‘Manucho’”, como dice ella. Ella me dijo: “El torturador es ‘Manucho’”.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿“Manucho” es Cordero?
SEÑORA TRÍAS: Sí. Estábamos hablando de la declaración, pero ahora que comento esto recuerdo que ella me dijo que ahora, en este momento, hacen manifestaciones frente a la casa y le dicen que lo van a matar y que los frentistas y que lo amenazan y que él se ríe, que él sale, los enfrenta y se ríe.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Se refiere a Cordero?
SEÑORA TRÍAS: A Cordero. O sea que ella vivió todo lo que en aquel momento me dijo de Mattos, ahora lo desvía hacia Cordero y esos pueden ser conflictos de ella, porque en aquel momento me dijeron los dos, con plena seguridad, refiriéndose a Michelini y a Mattos. Ahora ella me habla que el torturador es Cordero. Me refiero a que entre la declaración que yo hice en aquel momento, sin verla a ella, y en este momento que la veo a ella hay una discrepancia que eso será lo que habrá que investigar. Y por eso le sugerí a ella si tenía interés en declarar algo, en intervenir en la declaración. Entonces no sé. Ella dijo que sí.
SEÑOR PRESIDENTE: No obstante, el viernes cuando usted fue citada ella concurre a su casa.
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Cuánto tiempo hacía que usted no se veía con ella, más o menos?
SEÑORA TRÍAS: Mi hija tenía 11. Cuatro años.
SEÑOR PRESIDENTE: Y se da la coincidencia de que cuando llega la citación ella aparece.
SEÑORA TRÍAS: Cuatro años exactamente, porque mi hija cumplió 11 años y ahora mi hija cumplió 15.
SEÑOR PRESIDENTE: Durante todo ese tiempo que ella la citara a su casa y el capitán Mattos hiciera esas manifestaciones categóricas que él había sido el autor de la muerte de Michelini, ¿eso fue? ¿así, categórico?
SEÑORA TRÍAS: Sí, sí.
SEÑOR PRESIDENTE: Sí, después de eso sí, porque eso fue en el 76. Yo a ella la dejé de ver en el 80 más o menos, creo. El fin del año 80, creo que pasamos juntas, después no la vi más.
SEÑORA TRÍAS: Obviamente en aquel momento usted no tenía la menor garantía…para hacer estas denuncias.
[OJO: HAY CONFUSIÓN EN LA PRESENTACIÓN DE LOS QUE HABLAN.]
SEÑORA TRÍAS: Por supuesto, señor. Es lo que quise manifestar hoy: ¿qué garantía podía tener yo? ¿A quién podía dirigirme?
SEÑOR PRESIDENTE: Coincido plenamente, pero transcurrido un año largo de la instalación nuevamente de la democracia, de las garantías, ¿a qué razones obedeció ese silencio suyo? Y mire que en absoluto quiero apremiarla; por el contrario, quiero ayudarla.
SEÑORA TRÍAS: Perfectamente, lo entiendo. Yo me puse en manos del Servicio de Paz y Justicia y Derechos Humanos. Les pedí que me guiaran, que me explicaran y no tengo la más mínima noción de lo que era una Cámara en democracia ni una investigación.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Se siente sumamente tranquila?
SEÑORA TRÍAS: Me siento cómoda. Gracias. Yo me dirigí primero a Derechos Humanos, porque en el Hospital de Clínicas yo soy delegado de sector del gremio y tengo acceso a ciertas manifestaciones que otros funcionarios no tienen y tengo facilidad para comunicarme con gente.
SEÑOR PRESIDENTE: Eso, ¿cuándo fue?
SEÑORA TRÍAS: Eso fue… Fue una fecha que hizo de la muerte de Michelini; creo que fue el año pasado; en mayo del año pasado, que hicieron un homenaje y yo hablé con la persona que estaba hablando y le dije que quería hablar sobre el tema.
SEÑOR PRESIDENTE: Hay otro punto. ¿Usted tuvo alguna relación –me refiero circunstancialmente– o conversación con Mattos o con Cordero en alguna oportunidad?
SEÑORA TRÍAS: No.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Nunca?
SEÑORA TRÍAS: No. Conversaciones privadas referentes al caso, no.
SEÑOR PRESIDENTE: Me refiero a una reunión en que estuvieran Cordero y…
SEÑORA TRÍAS: Sí, sí; siempre andábamos juntos. Yo visitaba la casa. Eran todos amigos, el marido, los dos; todo bien. Iban a la casa, comían todos juntos. Yo iba. ¿Conversar con ellos? Yo a Cordero lo traté como desde que yo entré al Carlos Nery y él era un oficial –yo qué sé–; él era un oficial joven cuando lo conocí. Lo traté mucho tiempo a Cordero. A Mattos, sí, lo vi muy pocas veces, pero lo vi en la casa de ella varias veces. Incluso me ha llevado en el auto al hospital y Cordero me llevaba al Carlos Nery cuando yo era estudiante, también.
SEÑOR MAGURNO: Usted fue varias veces a la casa ¿de quién?
SEÑORA TRÍAS: De Cordero, fui.
SEÑOR MAGURNO: Entonces, usted saber dónde es. Si fue varias veces, recuerda.
SEÑORA TRÍAS: No, no; Cordero no vive más ahí.
SEÑOR MAGURNO: ¿Dónde vivía? Si usted fue varias veces…
SEÑORA TRÍAS: Cordero vivía por Comercio y Nancy, en el Buceo.
SEÑOR MAGURNO: Usted fue varias veces.
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR MAGURNO: Y no sabe dónde vivía.
SEÑORA TRÍAS: La dirección, no. Verdaderamente, no. No me pregunte direcciones ni número, porque la verdad es que no lo recuerdo.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿En la calle Comercio era?
SEÑORA TRÍAS: En el Buceo, pero no me pregunten, porque yendo en coche no voy a reconocer ni una calle, ni un número. Si voy en coche, sinceramente…
SEÑOR PRESIDENTE: Después que el capitán Mattos le hace esa confesión –en un momento que puede ser muy especial, de desesperación–, usted tiene que coincidir conmigo que habrá tomado conciencia de lo trascendente, de la gravísima confesión…
SEÑORA TRÍAS: ¿Yo?
SEÑOR PRESIDENTE: Usted, no, él fundamentalmente y lo que usted significaba como testigo. ¿No hubo en ningún momento, ninguna situación en la que a usted se le hiciera alguna advertencia a efectos de intimidarla?
SEÑORA TRÍAS: No, a Mattos hasta el día de hoy nunca más lo vi; después de esa oportunidad nunca más lo vi. Ya que usted menciona, debo decir que tuve dos accidentes bastante dudosos, raros. Tuve un accidente de tránsito: me atropelló un auto acá en San Martín y Agraciada, el auto disparó y yo estuve gravísima en el Hospital de Clínicas y después en Traumatología.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿En qué año fue eso?
SEÑORA TRÍAS: Eso fue el 2 de agosto de 1984, 83, 84. Me atropelló un auto, que disparó. El auto estaba con las luces apagadas ahí en San Martín y Agraciado. Yo voy a cruzar la calle, el auto arrancó, aceleró, me levantó y disparó. Me llevaron al Clínicas, estuve internada y después en Traumatología. Después estuve seis meses en casa, porque había tenido fractura de cadera y de columna. Esa es una de las cosas que en este momento, hoy en día, lo asocio con esos accidentes raros que me han pasado.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Accidentes? ¿Hubo algún otro?
SEÑORA TRÍAS: Tres veces. Otra vez fui golpeada de forma que me desfiguraron la cara y me dejaron sin conocimiento en el Parque de los Aliados. Fui internada en el Clínicas y se hizo una investigación, se pidió por radio, por televisión, por todos lados, si alguien podía dar alguna información de un atentado contra una enfermera –con nombre y apellido–, pero nunca se supo nada. Yo estuve internada en el Clínicas, también.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿En qué año fue?
SEÑORA TRÍAS: Eso fue un año antes; fue en el 81.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y el tercero?
SEÑORA TRÍAS: Yo le dije el accidente de tránsito que fue en el 84; en el 81 yo fui agredida por la espalda y herida en el parque de los Aliados, que decían que…
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Estaba sola?
SEÑORA TRÍAS: Sí, salía de trabajar. Cruzaba el Parque de los Aliados porque vivía en Pocitos y fui agredida y golpeada, al punto que me dejaron por muerta. Estuve internada en el Clínicas. Ahí se hizo una investigación toda retorcida, toda rara, en la que llevó la culpa mi marido, pobre, que después vino con los papelitos que estaba en las termas de Paysandú demostrando que no tenía nada que ver, porque yo en ese tiempo me había separado de él, en el año 1981.
Y después también me golpearon en la calle. Son cosas que siempre pensé que eran tipo asalto o accidentes, pero desde ayer estoy pensando qué consecuencias podía tener por la información que yo tenía, lo que esta persona me dijo a mí sin que yo lo pidiera. Y posiblemente haya sido o no, no sé. Pero si usted me lo pregunta, son tres coincidencias.
SEÑOR LAMAS: ¿Usted dijo que se había separado de su marido en el año 1981?
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR LAMAS: Sin embargo, usted mencionó antes que cuando fue al apartamento ese, en el año 1976, usted se estaba divorciando de su marido.
SEÑORA TRÍAS: Sí, yo había pedido el divorcio, pero la verdad es que yo no me separé hasta hace –estamos en el 86–…; en el 84 terminé divorciándome.
SEÑOR PRESIDENTE: En lo que a mí concierne quedaría por hacerle una pregunta respecto a lo acontecido el día viernes que usted recibe la citación de la Cámara para que esto quede claro. Usted recibe la citación y se presenta esta señora después de cuatro años, tengo entendido…
SEÑORA TRÍAS: Perdón, no fue a mi casa, fue al hospital.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Del hospital se dirigieron a su casa?
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y ella se quiso quedar en su casa?
SEÑORA TRÍAS: Sí, me dijo si se podía quedar en casa, porque estaba desesperada, estaba angustiada, que tenía problemas. Le pregunté qué tipo de problemas y me dijo que no sabía si eran problemas de no sé qué asociaciones de problemas de la infancia, no sé qué disparates me dijo, que se sentía muy mal, muy angustiada y que en la casa había dejado una nota diciendo que iba a volver muy tarde, que si podía quedarse en casa. Le dije que no había ningún problema. Se costó en casa. Yo me acosté con mi hija y ella se tiró en mi cama. En la madrugada ella se fue, dejó la puerta abierta y la luz prendida.
SEÑOR FAU: En esa conversación nerviosa que ella tuvo con usted, ¿en algún momento hizo referencia a estos hechos?
SEÑORA TRÍAS: Era de lo único que hablaba.
SEÑOR FAU: ¿Y ella le hizo mención a que durante esos días ciertos diarios y algunas radios informaban de un testigo clave, cuando en realidad no era así, que iba a venir a la comisión? ¿Podría haber algún tipo de relación entre ese estado de nerviosismo de ella por las informaciones que habían trascendido o no?
SEÑORA TRÍAS: Justamente, usted me hace la pregunta que fue lo que me dejó pensando cuando el señor se refirió a mis conocimientos de sicología. Ahí ya me dio la pauta de que ella asoció en seguida lo que pasó conmigo con el testigo, a pesar de que la prensa se fue desviando hacia un argentino, hacia un hombre; ella vino como planteándome la seguridad de que yo algo tenía que ver ahí.
SEÑOR GARCÍA: ¿Como desconfiando de que era usted?
SEÑORA TRÍAS: Exactamente; esas son las palabras. Es más: no podría afirmar que me lo dijo exactamente, pero habló mucho del asunto. Yo lo desvié. Ella me preguntó: “¿Por qué tu fuiste al SERPAJ? ¿Por qué estás en Derechos Humanos?”. Y yo le dije: “y, ¿no conocés mis principios, no conocés mi escala de valores?”. Entonces, ella me dijo: “Pero eso no tiene nada que ver”. Yo le contesto: “Cuando yo fui a SERPAJ fui por otras cosas”. Y, entonces, me pregunta: “¿Qué tiene que ver ‘Manucho’ contigo, cómo pueden relacionar a ‘Manucho’ contigo?”. Y le respondí: “¿Y ‘Manucho’ no me llevaba al Carlos Nery; cualquiera me puede haber visto”, porque yo le dije a ella que a mí me habían pedido información, que a mí me habían pedido que declarara. Entonces, le dije: “Pero eso no tiene nada que ver en este momento”. Ella me pregunta: “¿En SERPAJ hay una declaración tuya?”. Yo le contesté: “No, en SERPAJ no hay nada; si ustedes mismos habrán sido los que quemaron los archivos de los que declararon. Por escrito no hay nada, y lo poco que había lo quemaron, porque lo que tengo entendido es que quemaron los archivos de SERPAJ”. Y ahí fue donde ella se descontroló del todo, quedó nerviosa, lloró, dijo que estaba en tratamiento, que tomaba pastillas para los nervios e hizo todos los mamarrachos que hizo.
SEÑOR PRESIDENTE: El nombre completo de ella, ¿cuál es?
SEÑORA TRÍAS: Ella se llama Juliana de Sarro.
SEÑOR PRESIDENTE: El nombre de ella, porque probablemente Sarro es el marido.
SEÑORA TRÍAS: No, no. Perdón. Ella se llama Juliana –el apellido– De –separado– Sarro Larroque.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿De Sarro es apellido de soltera?
SEÑORA TRÍAS: Sí; los dos apellidos de soltera.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Larroque también?
SEÑORA TRÍAS: Sí. En este momento ella está divorciada de nuevo. Creo que se casó tres veces. Tiene 27 o 28 años.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted señaló, en una primera instancia, que ella tendría inconveniente de ser citada, de concurrir a la comisión?
SEÑORA TRÍAS: No, señor. Ella me dijo que no tiene inconveniente, pero…
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Qué es ese nerviosismo de ella?
SEÑORA TRÍAS: Es lo que a mí me desconcierta un poco, porque cuando me dijo eso era como para ve qué le contestaba yo. Cuando le dije que no había nada escrito, y que yo no tenía nada para firmar ni nada para declarar y que lo que se estaba tratando en SERPAJ respecto a desaparecidos y que se habían quemado los archivos –todo eso que se me ocurrió ahí, en una “payada” mía–, entonces, se dio la conversación por otro lado.
SEÑOR LAMAS: Tengo varias preguntas para hacer, pero tengo una que surge de las últimas declaraciones. Usted declaró que ella le preguntó por qué había ido a SERPAJ. Le pregunto: ¿cómo sabía ella que usted había ido a SERPAJ?
SEÑORA TRÍAS: No sé.
SEÑOR LAMAS: Pero, surgió…
SEÑORA TRÍAS: No sé, ni le pregunté…
SEÑOR LAMAS: … de ella la pregunta.
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor.
SEÑOR GARCÍA: Usted dijo que cuando fue la semana pasada a su casa ella tenía como la sospecha de que usted era la testigo de quien hablaba la prensa. Es decir, ¿ella fue aparentemente a indagar a ver si efectivamente usted era la testigo o el testigo de que se hablaba?
SEÑORA TRÍAS: Es una opinión subjetiva mía, pero había gente en mi casa y todos me dijeron lo mismo: “Ojo, porque prácticamente te está interrogando”.
SEÑOR GARCÍA: Así como ella tenía esa idea, ¿usted qué puede afirmar, qué convicción tiene? ¿Que ella iba a indagarla a los efectos de transmitir esa información o usted supone que ella iba preocupada para prestar su eventual testimonio?
SEÑORA TRÍAS: ¿Quiere que le diga sinceramente? Mi opinión es que ella está preocupada por uno de esos dos hombres. Hay que ver que ella tiene un hijo con Cordero, tiene una hija con Cordero.
SEÑOR GARCÍA: ¿Usted tiene esa convicción de que ella está preocupada por la suerte que pueda correr?
SEÑORA TRÍAS: Exactamente. Moralmente y como mujer, mi opinión –como le digo subjetiva– es que ella está preocupada por Cordero, porque es su hombre, porque era una niña cuando empezó a tener relaciones con Cordero. Ella tiene 27 años y tiene una hija de 11 o 12 años con él.
SEÑOR GARCÍA: ¿Y viven juntos?
SEÑORA TRÍAS: No, no: Cordero es casado.
SEÑOR MAGURNO: ¿Cuántos años tiene?
SEÑORA TRÍAS: Tendrá 27 o 28. Cordero es casado y tiene una nena de la misma edad de Jimena, de la que tiene Juliana. Y ella lo tiene que querer a Cordero. Yo ahí veo un plano romántico. Pienso que otra motivación ella no tenía. Pienso.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Ella sigue las relaciones con Mattos?
SEÑORA TRÍAS: Sí, me dijo ahora. Cosa que nunca creí que eso siguiera adelante, sin embargo ella fue la que me dijo que se siguen viendo.
SEÑOR LAMAS: Quisiera completar un poco la explicación que le dio el señor Presidente. Acá lo que estamos labrando es un acta y, entonces, como es obvio en toda exposición verbal quedan lagunas y nuestra obligación es tratar de llenar esas lagunas a efectos de quien lea después, sin haber estado presente, pueda entender. Por eso yo voy a tratar de aclarar algunos puntos que no me quedaron claros. Primero, le voy a hacer una pregunta indiscreta que normalmente se hace al comienzo del interrogatorio. Le voy a preguntar su edad.
SEÑORA TRÍAS: 44 años.
SEÑOR LAMAS: ¿Desde qué año conoce usted a la señora Juliana de Sarro?
SEÑORA TRÍAS: Desde diciembre del 73. Ella tendría 13 o 14 años.
SEÑOR LAMAS: ¿Ella es madrina de una hija suya?
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR LAMAS: ¿Qué edad tiene su hija?
SEÑORA TRÍAS: 15 años.
SEÑOR LAMAS: Al comienzo de su declaración mencionó que la señora Juliana de Sarro estaba casada con un hombre que no tenía nada que ver con los militares y allí empezó a oír cosas que no le gustaban; dijo, además, que se hablaba bastante libremente. No quedó claro si eso se hablaba en la casa de la señora Juliana, ya separada de su marido o…
SEÑORA TRÍAS: No, en la casa de Juliana de Sarro de Marcenaro, tiempo que ella estaba casada con el señor Marcenaro.
SEÑOR LAMAS: ¿El señor Marcenaro participaba…
SEÑORA TRÍAS: Recibía la visita de esos señores.
SEÑOR LAMAS: O sea que ella, casada con el señor Marcenaro, recibía la visita de los que serían…
SEÑORA TRÍAS: Sí, la venían a buscar y se iban con ella por ahí a pasear.
SEÑOR LAMAS: … sus amantes.
SEÑOR TRÍAS: Sí. Él era, Marcenaro, una excelente persona, un muchacho muy inocente, un muchacho de barrio, completamente distinto al nivel y a la persona que es Juliana de Sarro. Juliana de Sarro es una intelectual, una muchacha joven, muy inteligente, educada en el Crandon y muy idealista. Tiene un concepto de la democracia muy particular y de la libertad y de los derechos humanos también muy particular. Hago esta acotación, refiriéndome a la personalidad del esposo de ella, un muchacho sin ninguna cultura, un empellado, al nivel en que ella se movía y al nivel social y familiar de ella.
SEÑOR LAMAS: ¿Podría indicarnos dónde vivía la señora De Sarro en esa casa que usted visitaba tan frecuentemente?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor. Eso era en Aires Puros, en una calle que no recuerdo cómo se llamaba. Hay un comando del Ejército, por ahí, por Propios y Burgues, una cuadra para allá, pero no me acuerdo cómo se llamaba la calle.
SEÑOR RIJO: ¿Sigue viviendo allí?
SEÑORA TRÍAS: No, yo tengo la dirección actual de ella. La tengo, porque me la dio ella misma.
SEÑOR RIJO: ¿Nos la da, por favor, a efectos de que se recoja en el acta?
SEÑORA TRÍAS: Sí. Es Amado Nervo 3268. Ella me dijo la dirección y que no tenía ningún inconveniente. Por qué motivación no sé.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Siguiendo el hilo de su cronología, me queda una duda que quizás sea el momento de aclararla. ¿Cuándo fue que la señora De Sarro fue madrina de su hija?
SEÑORA TRÍAS: Es una pregunta interesante, porque el padre de mi hija no era católico. Nosotros bautizamos a mi hija cuando cumplió nueve años en la Sagrada Familia. Me llamó la atención que no me lo preguntaran, porque por la edad no coincidía.
SEÑOR LAMAS: Usted mencionó –y a mí no me quedó claro– que la había visto en una fiesta de fin de año. A mí no me quedó claro si esa fiesta de fin de año en que usted la vio tiene algo que ver con la fecha esta que usted menciona en la carta de SERPAJ. Al comienzo de su declaración usted mencionó que la había visto a fin de año.
SEÑORA TRÍAS: La última vez que la vi fue por ahí, por el 81, que fui a la casa.
SEÑOR LAMAS: Lo que usted refiere, entonces, a fines de mayo –tal cual dice en la carta–: que usted fue testigo de este episodio acontecido en un apartamento de la planta baja en la zona de Pocitos, y que la última vez que vio a la señora Juliana fue a fines del año 1981, aproximadamente. ¿Es correcto?
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR LAMAS: Hay algo que a mí me ha generado una duda –me voy a referir concretamente al día de fines de mayo en que ella la llama a usted–: ella la llama, le dice que tiene un problema, que se tome un taxi y que vaya directamente a ese apartamento. Usted llega allí y se encuentra, al abrir la puerta, con un hombre armado. ¿Usted lo conocía a ese hombre, que era…
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor.
SEÑOR LAMAS: … el capitán Mattos?
SEÑORA TRÍAS: En ese tiempo no era capitán; es ahora capitán.
SEÑOR LAMAS: Que ahora es capitán.
SEÑORA TRÍAS: Porque me dijo el otro día que ahora es capitán.
SEÑOR LAMAS: En aquel momento tendría otro grado distinto.
SEÑORA TRÍAS: No sé qué grado sería. Tampoco sé nada de grados.
SEÑOR LAMAS: Ahí se encontró con un hombre, que usted conocía y sabía que era militar, armado. ¿Ella le mencionó, de boca de ella, en esa oportunidad, el hecho de que ese hombre estaba mal porque había matado a Michelini o lo dijo él?
SEÑORA TRÍAS: Lo dijo ella pero lo hizo delante de él y eso es el principio de todo esto.
SEÑOR LAMAS: Y él no lo confirmó.
SEÑORA TRÍAS: Él lo confirmó, señor; él lo confirmó. Él dio detalles un poco fantasiosos, un poco fanfarrones, pero dio detalles. Él comentó, habló y participó en la conversación.
SEÑOR LAMAS: Usted en su carta menciona, además, que tuvo oportunidad de ver un escudo en el cual figuraba inscripta la fecha de la muerte de Michelini y decía “En honor al mérito”.
SEÑORA TRÍAS: No exactamente eso, sino que hago una asociación de lo que recuerdo. Si pudiera recordar lo que era o quién dedicaba ese mural, porque tendría algo, no lo puedo recordar.
SEÑOR LAMAS: La pregunta que le hago es la siguiente. En aquel momento usted no sabía que habían asesinado a Michelini, según lo declaró.
SEÑORA TRÍAS: No, señor.
SEÑOR LAMAS: ¿Cómo, usted que entra a un apartamento, se encuentra con un escudo de armas que dice “En honor al mérito” o algo similar, recuerda la fecha de ese mural, que es la fecha de un acontecimiento que usted no sabía que se había producido?
SEÑORA TRÍAS: Perdón, señor, yo no dije eso. Lo que le puedo decir es que él me mostró el mural. Yo no dije que lo vi. Él me lo mostró. El señor Mattos me lo mostró.
SEÑOR LAMAS: ¿El señor Mattos le mostró el mural?
SEÑORA TRÍAS: Sí, él me mostró el mural. Lo descolgó de la pared y me lo mostró. Respecto a la declaración yo dije: la declaración había sido la escrita en base a algo que el abogado me aconsejó que yo dijera. Dijimos que íbamos a extender un poco la declaración, que fue al principio de la sesión.
Él me mostró eso, él me mostró armas, él habló de su historial militar de su carrera, me mostró eso y me habló de que le habían pagado en dólares, no recuerdo la cantidad porque después se me fue confundiendo todo por el cambio del dólar pero creo que dijo 12.000 dólares o algo de eso. Él me lo dijo a mí. No es que yo recuerde que había un mural, él me lo mostró el mural. Y me dijo que ese mural se lo habían dado en Argentina por ese motivo; él me lo dijo. Y me destacó que tenía la fecha.
SEÑOR LAMAS: ¿Se lo habían dado en Argentina?
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR LAMAS: Usted está absolutamente segura que fue el mismo día.
SEÑORA TRÍAS: Ese día.
SEÑOR LAMAS: Le explico. Habiendo sido la muerte de Michelini el 20 de mayo y usted fue a fines de mayo, el tiempo transcurrido es sólo diez días, período en el cual tuvieron que mandar hace el mural y se le entregó. Parece demasiado poco tiempo. ¿Usted está segura de la fecha de fines de mayo?
SEÑORA TRÍAS: De la fecha de fines de mayo, sí. En eso sí, estoy completamente segura. Tengo muchas asociaciones para recordar. Todos tenemos para asociar cumpleaños y fechas; si vamos atrás en el tiempo es fácil. Estoy segura de la fecha.
SEÑOR LAMAS: Usted ha señalado que la señora Juliana de Sarro era y continúa siendo amante tanto del capitán Mattos como del teniente coronel Cordero, creo que ese es el grado que tiene actualmente.
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor, es teniente coronel.
SEÑOR LAMAS: ¿Cómo explica usted –que estoy pidiendo que usted aporte de ese conocimiento sicológico empírico que usted ha mencionado– que ella haya revelado a un tercero, más allá de la relación de amistad, una situación que se iba a traducir en responsabilidad, eventualmente penal, para una persona que era con la que la unía una relación afectiva importante? Ella estaba denunciando prácticamente a un amante.
SEÑORA TRÍAS: No sé. Eso será un principio moral. No sé si era una relación importante para ella o si ella tenía otros intereses con el señor Mattos. Y eso no tiene nada que ver; no veo pertinente la pregunta.
SEÑOR FAU: Las preguntas que se están formulando no están de acuerdo con lo que habíamos conversado.
SEÑORA TRÍAS: Yo no estoy juzgándola moralmente. No sé qué sentimiento tiene ella hacia ese hombre.
SEÑOR RIJO: Por el relato de los hechos, es evidente que cuando a usted la citan o convocan a esa reunión, fundamentalmente se hace hincapié en su dominio de sicología a los efectos de dar algún apoyo o alguna solución. No sé si recuerda o no cómo terminó la cosa o le contaron los hechos y la borraron del escenario.
SEÑORA TRÍAS: Es lógico. Que me borraron del escenario, sí. Se hizo una charla, se comentó, se desvió el tema, se fue por otros carriles, cenamos, tomamos una copa –tomamos un whisky, recuerdo–, conversamos, se tranquilizó un poco y yo me fui.
SEÑOR RIJO: ¿No le pidieron ninguna terapia?
SEÑORA TRÍAS: No, no soy médico para hacer ninguna terapia, pero por mi experiencia ellos sabían que yo podía confortar, como a cualquier persona que está enferma.
SEÑOR LAMAS: Usted concurrió a SERPAJ a hacer la denuncia de los hechos que había tenido conocimiento en mayo del año 85. Suscribe la carta de acuerdo con lo que le aconsejaron en SERPAJ en el mes de noviembre, que si no me equivoco es la fecha que tiene la carta. Esa carta llega a conocimiento de la comisión hace aproximadamente un mes; no sé si el señor diputado Fau la tenía con anterioridad a esa fecha.
SEÑOR FAU: Aclaro: la tenía dos o tres días antes.
SEÑOR LAMAS: Deseo saber si el demorar la presentación de la carta fue por consejo de los abogados, o fue una decisión suya. ¿Cómo se explica el tiempo en que se demoró hacerse la carta y luego de estar hecha el tiempo que se demoró en presentarla?
SEÑORA TRÍAS: Comprendo perfectamente su pregunta. Resulta que cuando hice la declaración, me encontré con una persona que fue destituida del Clínicas por problemas políticos, que había viajado mucho, y esa persona había venido por el día, por problemas de la visa. Ahí sí le dije todo, todo, a una mujer. Le dije todo; la declaración y todo.
SEÑOR LAMAS: ¿En qué momento fue eso?
SEÑORA TRÍAS: A los dos días de hacer la declaración en SERPAJ. Entonces, ella me dijo: “Mirá qué increíble, yo sabía tantas cosas. Yo pensaba volver un día al Uruguay y hablar y si hay una investigación intervenir”. Creo que esa fue la razón por la que se demoró que esto llegara acá. Y me dijo: “Yo pensaba intervenir y ahora en este momento estoy trabajando bien en la Argentina, me casé, tengo (…) hijos”. Entonces, le digo: “Pero ¿estarías dispuesta a declarar?”. Porque ella me dijo que tenía información más concreta que yo. Entonces volví a SERPAJ y hablé con Efraín Olivera y le dije. Ella me dio la dirección, o le pasó la tarjeta de ella y salió un representante de SERPAJ ese mismo día para Villa Ballester. Creo que era un día martes que se tenía que encontrar con ella. Yo le escribí que iba a ir una persona, fue allá y cuando llegaron les dijeron que se había mudado y que no había dejado dirección. Le perdimos la pista de nuevo. Y creo que entre todo…
SEÑOR GARCÍA: ¿A una persona?
SEÑORA TRÍAS: Ella también conocía a Juliana de Sarro. Ella estudiaba conmigo en el Carlos Nery y ella nunca aceptó a Juliana ni a la gente que andaba con Juliana. Los rechazaba de plano; no podía verlos. Armaba cada lío tremendo cada vez que me veía con ella. Entonces, cuando me vio me dijo: “¿Viste? Mataron a Zelmar. ¿Y viste quién lo mató? ‘Manucho’; yo te lo dije”. Eso fue en el Emporio de los Sándwiches. Allí fue cuando yo le dije: “Bueno, ahora te voy a decir en lo que estoy yo”, y le conté. Fue cuando me dijo que estaba dispuesta a declarar. Volví, comuniqué eso a SERPAJ y SERPAJ no la pudo localizar a la mujer.
SEÑOR LAMAS: Quiero completar la pregunta, porque eso es un poco la explicación del tiempo que demoró desde que fue a SERPAJ.
SEÑORA TRÍAS: Que se haya alargado.
SEÑOR LAMAS: No le pregunto de ella. Le pregunto si la responsabilidad de demorar la presentación de esa carta –y me refiero a responsabilidad en cuanto al atraso– ¿fue porque usted no se animaba o fue una decisión de los abogados de SERPAJ?
SEÑORA TRÍAS: No, en absoluto. Me tomé el tiempo, como hablamos al principio, a la espera de que hubiera condiciones de garantía para quien fuera, para hablar y me puse en manos de las personas que estaban a mi alcance a quien consideré yo que podían capacitarme. Ellos fueron los que se manejaron y los que me guiaron a mí sobre cómo debía manejarme. Yo no sé. ¿Por qué razón se me cita en este momento?, no sé. ¿Por qué la carta no llegó en el momento en que yo la hice?, no sé. Yo, últimamente, estaba pensando que no tenía importancia, que no sería pertinente, que todo había terminado y pensaba cualquier cosa. Bueno, es mejor no acordarme de lo que pensé: que había quedado todo en la nada, que la investigación se había terminado y cerrado, porque pasó mucho tiempo ya. Ahora me sorprendieron con esto. Además, SERPAJ no se habían comunicado conmigo para nada. Fue un día antes que me mandara el señor Fau la citación, fueron de SERPAJ a decirme: “¿Seguís adelante? ¿Pensás declarar en el Senado?”. “Por supuesto”, le respondí. “Desde que me presenté fui con esa idea. Fui a pedirles asesoramiento, porque no iba a ira al Senado a decir: ‘aquí estoy, soy yo’. Les pedí asesoramiento y, por supuesto, no tengo inconveniente”. Y al otro día me llegó la citación.
SEÑOR FAU: Una aclaración: yo no la cité. Yo le mandé preguntar –a través de quienes me entregaron el documento– si estaba dispuesta a ratificar su declaración. La citación le fue hecha por la comisión.
SEÑORA TRÍAS: Sí, por el señor.
SEÑOR FAU: ¿Qué día fue que la comisión se reunió en la que di cuenta de esta nota?
SEÑOR SECRETARIO: Yo manejo la fecha del 3 de abril, que es jueves, día de la sesión y que se citó a la señora.
SEÑOR FAU: ¿La fecha en que fue planeado en la comisión?
SEÑOR SECRETARIO: El señor Diputado Fau lo planteó en la sesión del día 17 de marzo de 1986.
SEÑOR FAU: Lo que quiero aclarar es esto, porque le respondí un poco apresuradamente al señor diputado Lamas. Según la agenda que tengo recibí al Grupo de IELSUR el 5 de marzo a las 16 y 30 horas y les aclaré que el receso impedía plantearla en ese momento. En la primera sesión del día 17 fue que informé a la comisión. Recibí la documentación el 5 de marzo a las cuatro y media de la tarde.
Como se hicieron algunos dichos sobre este aspecto, quiero hacer alguna referencia. En el numeral III dice “Que Mattos tenía en la casa un mural con dos armas de fuego cruzadas en fondo de terciopelo negro con la leyenda ‘en honor al mérito’ y con la fecha de la muerte de Michelini”. Digo que este mural, lo único que tiene de referencia al asesinato es la fecha, con lo cual pudo haber sido un mural hecho expresamente o un mural hecho en serie para siniestras acciones en honor al mérito. Parece que del mural no surge que aquí se hicieran referencias expresas al asesinato, que sólo consta la fecha.
SEÑORA TRÍAS: Es lo que yo digo. Lo único que yo no recuerdo es si tenía algún distintivo de quién hacía ese mural, pero estoy bien segura de que ese mural era así como yo le digo.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿El mural se lo mostraron a usted? ¿Usted no lo vio?
SEÑORA TRÍAS: No, señor, yo no lo vi; me lo mostró. Él lo saca, de allí. Soy detallista para mirar. Por eso al principio le dije que él estaba fanfarroneando, él se sentía “agrandado” por lo que había hecho, por un lado –era ambivalente– y, por el otro, estaba angustiado. Primero me decía: me dieron esto, me pagaron tanto y, por el Toro, era mi mejor amigo y lo maté. Eso es lo que yo le veía de desequilibrio emocional al hombre en la conversación que tuvimos.
SEÑOR PRESIDENTE: Respecto al estado emocional, ¿no podría obedecer a que se encontraba en estado etílico?
SEÑORA TRÍAS: No, señor. Trabajé en gastroenterología doce años como para saber cómo responde una persona en estado etílico.
SEÑOR PITA: Sin abusar de la señora, que supongo estará cansada –es importante lo que está aportando–, quiero hacerle algunas preguntas. ¿En el relato de Mattos hubo alguna expresión que dijera la forma en que lo ejecutó? Del documento que nos acercaron a la comisión surge algún detalle de cómo se procedió a matarlo. Dijo de alguna manera: “Le di un balazo”. ¿Podría contarnos un poquito de eso?
SEÑORA TRÍAS: Sí, justamente, fue lo que comenté en SERPAJ. Le dije vengo acá, sin conocimiento de nada, sin haber leído nada ni quise informarme de nada, no sé si lo mataron a puñaladas o si lo prendieron fuego. A mí lo que me dijo Mattos fue: “Yo lo rematé”. Yo le pregunté: “¿Cómo?”. “Le di un balazo en el medio de la cara”. Dijo: “Estaba así, al lado mío, y le di un balazo en el medio de la cara. Lo rematé”. No dijo “lo maté”, me dijo: “Yo lo rematé”.
SEÑOR PITA: En cuanto al lugar, ¿no recuerda si dijo algo?
SEÑORA TRÍAS: Si dijo, no lo recuerdo. No conozco Buenos Aires.
SEÑOR GARCÍA: Si no interpreté mal, usted dijo anteriormente que Mattos lo había ido a buscar a Michelini donde estaba secuestrado y habían salido a tomar unas copas y que después lo remató.
SEÑORA TRÍAS: Eso es, precisamente, lo que yo le digo: que, por un lado, se mostraba depresivo y, por otro, agresivo y, por el otro, fanfarrón. Ahí hay algo descoordinado. Esa fue una de las preguntas que yo le hice, porque yo no pregunté, sino que escuché. Le pregunté cómo era que si ese hombre estaba secuestrado, él lo fue a buscar y cómo es que salió con él. Y él me respondió que era amigo de él; que había ido a donde estaba secuestrado y le había dicho que estaba en libertad, que lo iba a buscar. “Te vengo a buscar, hermano; estás en libertad.”
SEÑOR GARCÍA: No dijo en qué situación o estado físico se encontraba Michelini; si estaba golpeado o no, qué ropa tenía.
SEÑORA TRÍAS: No, si fuera ahora le preguntaría, pero en aquel momento yo no tenía conocimiento de nada. Él no dijo nada. Él después me dijo: “Y yo lo rematé”, pero no me dijo nada. Me dijo que lo fue a buscar donde estaba secuestrado para rematarlo. Esa fue la misión por la que él había ido a la Argentina. Eso se discutió muchísimo y alargó mucho el asunto en SERPAJ, en lo que ellos están investigando, porque decían cómo es que él lo va a buscar y el otro se va a entregar para que lo maten, cómo puede ser posible. Entonces, yo les dije: “fue la única pregunta que le hice: ‘¿Cómo que él salió contigo?’”. Y me contestó: “Sí, precisamente, me eligieron a mí, porque era amigo de él y él conmigo iba a salir en confianza”. No lo entiendo; no sé las motivaciones ni la profundidad del caso, pero es la contestación que me dieron. No puedo inventar otra cosa.
SEÑOR MAGURNO: ¿En la carta dice que lo mató en el auto?
SEÑOR PITA: Una pregunta ajena al episodio directamente. Quiero saber en qué servicio del hospital prestaba labores en la oportunidad en que tuvo este encuentro con Mattos y Juliana.
SEÑORA TRÍAS: Yo siempre, toda la vida, desde que entré al Clínicas trabajo en el piso 7. Yo estoy en la Clínica de Praderi; en aquel tiempo podía estar en la Clínica de Wasserstein, porque yo hice gastroenterología. En el piso en que estoy yo, hay muchas especialidades y yo por tener los títulos fui pasando por todas.
SEÑOR PITA: ¿Actualmente en qué servicio está?
SEÑORA TRÍAS: Ahora, en este momento, estoy en Cuidados Intermedios y Cirugía de Praderi. En aquel tiempo creo que estaba en gastroenterología con Wasserstein pero no recuerdo muy bien. Estará en eso o en otorrino. Una de esas dos; sé que estaba en el otro sector, pero siempre en el piso 7.
SEÑOR SICA BLANCO: Deseo preguntarle cuál es el título que posee.
SEÑORA TRÍAS: Soy auxiliar de enfermería.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿Dónde adquirió su capacitación en sicología?
SEÑORA TRÍAS: Yo empecé a estudiar en Carlos Nery; no terminé el curso y di unos exámenes antes de terminar para poseer el título de auxiliar de enfermería, porque necesité trabajar. Respecto al título de sicología, yo en ningún momento dije que lo tuviera, señor. Dije que la sicología…
SEÑOR SICA BLANCO: Yo no dije título.
SEÑORA TRÍAS: Perdón.
SEÑOR SICA BLANCO: Yo dije su capacitación.
SEÑORA TRÍAS: Creo que en mi trabajo, con la experiencia, con los años. Como enfermera no puede quedarse, tengo que leer, tengo que estudiar, tengo que hacer traducciones –que me salen muy caras–; hice muchos cursos de capacitación y sicología también.
SEÑOR SICA BLANCO: A través de su declaración es evidente que aquí había un grupo de gente que se relacionaba; por un lado, había un grupo de militares y, por otro, había –parecería– un grupo de personas, algunas de ellas vinculadas a la Escuela Carlos Nery –por lo que usted manifestó–, además de esta señora De Sarro. ¿En ese grupo se conocían las actividades que desarrollaban estos militares? Porque algo se decía y alguno le dijo algo a usted o se sintió ofendida porque salía con determinado militar, según lo manifestó.
SEÑORA TRÍAS: Lógicamente, porque la persona esa que está en Buenos Aires estaba con el Movimiento de Liberación Nacional. ¿Qué gracia le iba a hacer que yo saliera con…?
SEÑOR SICA BLANCO: ¿Usted conoce el nombre de esa persona?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor. Iris Censión, se llama. La dirección no la sé, la tiene SERPAJ, porque la tarjeta se la pasé a ellos. Iris Censión de Cabrera, vive en Villa Ballester, provincia de Buenos Aires.
SEÑOR SICA BLANCO: Para terminar, ¿en qué año entró usted a trabajar en el Hospital de Clínicas?
SEÑORA TRÍAS: En 1974, en noviembre.
SEÑOR RIJO: Después de la reunión en el apartamento del capitán Mattos –usted ha dicho que con Cordero se vio varias veces– ¿recuerda usted haber hablado sobre este tema concreto y sobre las declaraciones de Mattos con el señor Cordero?
SEÑORA TRÍAS: No, jamás; nunca.
SEÑOR RIJO: ¿Y con alguna persona militar o civil, antes de SERPAJ?
SEÑORA TRÍAS: En el Hospital de Clínicas hay una comisión de Derechos Humanos. Ahí fue donde en un ateneo, lo más discretamente posible, nos reunimos diez o doce personas y planteé –no concretamente– si se iba a hacer una investigación. Yo, de la investigación de acá, me enteré por una radio extranjera que se iba a hacer la investigación.
SEÑOR RIJO: ¿Sobre el hecho en sí?
SEÑORA TRÍAS: No, hasta el momento no.
SEÑOR RIJO: ¿Nunca con nadie se trató, se habló?
SEÑORA TRÍAS: No. En concreto con nadie ni con mi propia familia. Nunca quise hablar de eso.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Usted, con su amiga De Sarro, supongo que luego del episodio debe haber hecho alguna evaluación. La siguiente vez que se encontró con De Sarro habrán conversado sobre lo ocurrido esa noche…
SEÑORA TRÍAS: Sí, sí.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: … hacer algo, no hacer algo, tomar alguna medida, no tomarla. Pregunto, ¿el tema, en su vinculación entre el año 76 y 80 con De Sarro, debe haber surgido varias veces?
SEÑORA TRÍAS: Sí, después de ahí, las veces que nos vimos fueron muy esporádicas, muy pocas y ratos. Y no recuerdo haber hablado del tema, para nada. Más: si yo puedo decir que se volvió a hablar del tema, fue el otro día. Creo que nunca más hablamos del tema. Además, yo sí había tomado una decisión desde el momento que salí de ese apartamento: que algún día yo iba a decir lo que me habían dicho ahí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿El militar Cordero tenía conocimiento de esa conversación con Mattos en el apartamento?
SEÑORA TRÍAS: No, no, señor.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y el tratamiento de Cordero siempre fue afectuoso?
SEÑORA TRÍAS: Es más: le puedo decir que para mí Cordero, hasta el momento, ha sido una excelente persona. En absoluto, pero nada lo… Puede ser lo que sea… Incluso el otro día Juliana me dijo: “Es un torturador; él sí que es un torturador”, pero como ella tiene tantos intereses creados, no sé la opinión de ella. Pero él siempre fue una persona correcta, un profesional y un caballero; siempre, siempre. Las veces que lo vi, siempre, siempre, me trató correctamente.
SEÑOR RIJO: Cuando el capitán Mattos le hizo esa exposición de hechos esa noche, le habló que había recibido una retribución monetaria por matar a su amigo. Usted habló de 12.000 dólares, no importa la cantidad, ¿pero sí le dio detalles de quién fue la institución o persona que le propuso ese homicidio?
SEÑORA TRÍAS: Esa es mi duda, porque yo no sé si pasa el tiempo y uno va perdiendo un poco… si él me dijo que había algo de mercenario, por interés de dinero, o si fuera un operativo. Él no me habló de ningún operativo ni que perteneciera a nada.
SEÑOR RIJO: ¿Pero él habló de que lo retribuyeron?
SEÑORA TRÍAS: Sí.
SEÑOR RIJO: Él compró la casa, pero ¿no dijo quién le pagó?
SEÑORA TRÍAS: No, él no dijo nada. Dijo: “A mí en Buenos Aires me pagaron”. Él no dijo nada. Creo en este momento –y siempre lo pensé– que si me hubiera dicho algo yo lo hubiera retenido, porque me impactó mucho. Creo que no me dijo nada.
SEÑOR GARCÍA: ¿Sabe que compró la casa?
SEÑORA TRÍAS: Al menos me lo confirmó ahora, el viernes. Juliana me dijo que había comprado una casa en Garibaldi 2991, en la que está viviendo la madre. Y él me dijo que la madre estaba en mala posición económica, que tenía un hermano casado con una mujer mucho mayor, que esa mujer tenía dinero, que el hermano estaba prisionero de esa situación, que quería liberarse, que él le iba a dar dinero al hermano para que el hermano dejara a esa mujer y pudiera vivir libre.
SEÑOR PRESIDENTE: Hay un hecho, que usted señaló, que es muy importante: cuando él le dice –si recuerdo bien– que lo remató o que lo mató, lo cual implica que ya estaba herido Michelini…
SEÑORA TRÍAS: Es lo que yo he pensado más últimamente en eso. Él no me dijo: “Yo fui a matarlo”, sino que me dijo: “Yo lo rematé, y era mi mejor amigo”. Fue lo primero que habló, como se inició la conversación.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Disparándole?
SEÑORA TRÍAS: Sí, me dijo: “Le di un balazo en el medio de la cara” y me hizo así.
SEÑOR PRESIDENTE: De acuerdo con lo que él le señaló es obvio que ya estaba herido Michelini.
SEÑOR MAGURNO: ¿Usted se enteró de la investigación sobre la muerte de Michelini por una radio extranjera?
SEÑORA TRÍAS: No, no. Cuando habló Fidel Castro sobre la deuda externa –mire qué enredo, ¿no?– entre las cosas que dijo, expresó que el Uruguay iba a ser el primer país que iba abrir una comisión de investigación de derechos humanos por los desaparecidos y los muertos. Lo dijo Fidel Castro.
SEÑOR MAGURNO: ¿Usted no estaba enterada antes que había una comisión?
SEÑORA TRÍAS: No, señor. Grabé la conferencia de Fidel Castro, porque yo me tenía que ir a trabajar, puse un casete y me fui. No sé cuándo fue la conferencia de deuda externa; fueron de acá.
SEÑOR MAGURNO: Cuándo fue, ¿no lo recuerda?
SEÑORA TRÍAS: No, señor; hace unos cuantos meses.
SEÑOR MAGURNO: Unos cuantos meses, pero ¿cuándo?
SEÑORA TRÍAS: Ahora, en el 85. No me acuerdo. Creo que fueron representantes uruguayos, Estuvo Asiaín.
SEÑOR PRESIDENTE: Fue una delegación numerosa.
SEÑORA TRÍAS: … pero yo recuerdo las personas más destacadas.
SEÑOR RIJO: ¿La señora De Sarro sigue internada?
SEÑORA TRÍAS: Fue internada en la madrugada y al otro día le dieron el alta.
SEÑOR RICO: Seguramente ya está hoy en Amado Nervo, número no sé cuánto, en su domicilio.
SEÑORA TRÍAS: Está sí. Ella misma me dio la dirección. Es 3268.
SEÑOR PRESIDENTE: Si no se formulan observaciones, realizaríamos un breve intermedio que no atente contra el estado emocional de la señora.
La comisión pasa a intermedio.
***
comisión investigadora sobre secuestro y asesinato perpetrados contra los ex legisladores Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, Acta Nº 35, Sesión del día 8 de abril de 1986.
SEÑOR PRESIDENTE (Fau): Esta es una comisión que la Cámara de Diputados designó a efectos de investigar las causas del secuestro y asesinato de los ex legisladores Michelini y Gutiérrez Ruiz, tratando de determinar y reunir posibles pruebas sobre la autoría de estos atentados.
Debo manifestar a la testigo, por la naturaleza de esta comisión, que nuestro interés es conversar sobre todos estos aspectos en procura de llegar a una definición: que somos un grupo de legisladores que trabaja bajo la más absoluta reserva y que, por tanto, toda aquella persona que pasa por esta comisión debe sentir que tiene la más absoluta garantía de que sus dichos y expresiones van a tener la debida reserva. Dentro de este clima es que vamos a conversar con la testigo, a quien le vamos a formular algunas preguntas. Usted tiene la más absoluta libertad de contestar a esas preguntas y agregar todo aquello que considere necesario sobre los hechos que le preguntamos o sobre otros en los que usted desee hacer alguna indicación.
En primer término, le preguntaríamos cuál es su nombre.
SEÑORA DE SARRO: Me llamo Juliana de Sarro Larroque.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted conoce a los capitanes Mattos y Cordero?
SEÑORA DE SARRO: Sí, los conozco.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Es un conocimiento reciente o de hace años?
SEÑORA DE SARRO: A Cordero lo conozco desde hace muchos años porque era amigo de la familia, y a Mattos lo conocía por intermedio también… O sea, estuve casada con un teniente de la Guardia de Coraceros y, por lógica, el núcleo de amistades nuestro eran militares.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Tenían relaciones más o menos periódicas? ¿Encuentros de tipo social?
SEÑORA DE SARRO: Sí, más con Mattos que con Cordero.
SEÑOR PRESIDENTE: Aproximadamente, ¿desde cuándo habrían iniciado este tipo de relaciones amistosas?
SEÑORA DE SARRO: Bueno, yo con Mattos me traté más durante los años 76 y 77, cuando él estaba en el Instituto de Estudios Superiores.
SEÑOR PRESIDENTE: En función de este trato que seguramente se originaba por la actividad profesional de su esposo y porque ellos cumplían actividades similares, ¿en alguna oportunidad tuvo noticia, conocimiento o confesión de alguno de ellos sobre detalles de participación, autoría y/o complicidad de personas civiles, militares o policiales en todo eso que se refiere a la muerte de los ex legisladores Michelini y Gutiérrez Ruiz?
SEÑORA DE SARRO: No; jamás.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Ellos nunca le hicieron ninguna referencia, ningún comentario?
SEÑORA DE SARRO: No; jamás.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿No fue motivo de conversación entre ustedes?
SEÑORA DE SARRO: No; para nada.
SEÑOR PRESIDENTE: Sin haberles requerido que ellos confesaran, en tanto era un tema público y notorio, ¿en alguna conversación informal, indirectamente, no se tocó el tema?
SEÑORA DE SARRO: No; supongo que en base a los comentarios que se hizo a nivel de la prensa, o sea el comentario popular.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted ha tenido en los últimos días algún tipo de quebrante de salud que requiriera, por ejemplo, asistencia médica en algún centro…?
SEÑORA DE SARRO: Sí… hace cuestión de una semana hice un cólico hepático.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Eso pudo solucionarlo en su propio domicilio?
SEÑORA DE SARRO: No, no; estuve en el Hospital de Clínicas.
SEÑOR PRESIDENTE: Le pido disculpas por si alguna de las preguntas le provoca incomodidad y le ruego que me lo diga.
SEÑORA DE SARRO: No, por favor.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Esos cólicos hepáticos obedecen a un problema orgánico?
SEÑORA DE SARRO: Hice uno hace cuestión de un mes y se volvió a repetir ahora, hace una semana más o menos.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Le parece que podría haberse originado en algún hecho extraño o usted lo adjudica a un malestar…?
SEÑORA DE SARRO: Todavía no lo sé porque no me he hecho los exámenes ni nada, así que no sé bien.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿No tiene idea qué es lo que lo provocó?
SEÑORA DE SARRO: Claro… no tengo idea.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Estuvo internada?
SEÑORA DE SARRO: No; estuve unas tres o cuatro horas en Emergencia.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Puede decir en qué lugar fue?
SEÑORA DE SARRO: En Emergencia del Hospital de Clínicas.
SEÑOR MACHIÑENA: ¿Usted recuerda qué día fue eso?
SEÑORA DE SARRO: Fue la semana pasada. Tengo la fecha porque tengo que pedir día para el médico… Sí, el 4.
(La testigo exhibe un documento.)
SEÑOR MACHIÑENA: ¿Fue en la noche?
SEÑORA DE SARRO: No, al atardecer. Yo estaba en clase y tuve que salir directamente al Hospital de Clínicas.
SEÑOR PRESIDENTE: Volviendo un poco a su conocimiento del capitán Mattos, ¿usted tuvo oportunidad de saber dónde vivía?
SEÑORA DE SARRO: Sí, sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Recuerda, más o menos, el lugar?
SEÑORA DE SARRO: Sí, vivía en la calle Garibaldi casi, no sé cómo se llama, sí, casi avenida Italia.
SEÑOR PRESIDENTE: Esos encuentros que ustedes tenían, ¿eran llevados a cabo en su domicilio, en el de él o en lugares…?
SEÑORA DE SARRO: No, o sea… Él, normalmente, frecuentaba mi casa, o a veces íbamos a la casa de él, porque justo coincidía que yo estaba separada y él también. Yo estaba en trámite de divorcio y él también.
SEÑOR PRESIDENTE: Me dijo, entonces, que era en la calle Garibaldi.
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Es el único lugar donde usted tiene conocimiento que haya vivido?
SEÑORA DE SARRO: Sí, claro. Después estaba la casa donde vivía la esposa de él, con los hijos.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿No recuerda alguna oportunidad, algún encuentro con él que no hubiera sido en la calle Garibaldi?
SEÑORA DE SARRO: No. O sea, encuentros de salir, un montón de lugares, pero en ninguna casa precisamente.
SEÑOR PRESIDENTE: En los últimos días, más precisamente el ultimo sábado 5, ¿usted hizo alguna visita en la noche y estuvo durante algunas horas, llegando inclusive a pasar la noche en casa de alguna persona de su amistad o conocimiento?
SEÑORA DE SARRO: ¿El sábado de noche…?
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: La señora ha dicho que estuvo internada el día 4, con lo cual, eventualmente, la visita puede ser el día 3.
SEÑORA DE SARRO: Me voy a fijar otra vez porque tengo aquí el pase a policlínicas. No, el sábado no…
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y el viernes o el jueves?
SEÑORA DE SARRO: ¿Viernes o jueves…? Sé que uno de esos días de semana… No… El único día que salí fue el viernes, el viernes santo, que fui a la casa de la madre de mi ahijada. Sí, fue el viernes santo.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Cómo se llama su ahijada?
SEÑORA DE SARRO: Silvia De Negri.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y su madre?
SEÑORA DE SARRO: Haydée Trías.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Cuántos años tiene la chica?
SEÑORA DE SARRO: Quince.
SEÑOR PRESIDENTE: Es decir que usted pasó en la casa de una señora que me dijo que se llama Haydée Trías.
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Ella es madrina…?
SEÑORA DE SARRO: No; ella es madre de mi ahijada.
SEÑOR PRESIDENTE: Además de esta relación afectiva, ¿cuál es el grado de vinculación con la señora Haydée Trías?
SEÑORA DE SARRO: Bueno… hacía cinco años que no nos veíamos… sí, más o menos cuatro años y medio que no nos veíamos.
SEÑOR PRESIDENTE: Cuando una visita se realiza después de cuatro o cinco años, puede obedecer o no a alguna razón especial.
SEÑORA DE SARRO: No…
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Hubo algún motivo para…?
SEÑORA DE SARRO: No; fui hasta el Hospital de Clínicas y de allí, cuando salimos, me invitó a ir hasta la casa para que la conociera porque yo conocía el otro domicilio de ella. Y nada más.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Desde cuándo tiene usted conocimiento con la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: Desde que yo tenía doce años.
SEÑOR PRESIDENTE: Perdone la indiscreción, pero…
SEÑORA DE SARRO: Tengo veintiocho.
SEÑOR PRESIDENTE: Estas eran las preguntas que en esta primera etapa la Mesa tendría para formular. Seguramente algún colega le formulará alguna pregunta.
SEÑOR RIJO: ¿La señora Haydée Trías conocía a los militares Mattos y Cordero?
SEÑORA DE SARRO: Bueno, a Cordero creo que lo vio un día en la casa de mi abuela, porque yo vivía con mi abuela y él frecuentaba la casa. Y a Mattos lo vio una vez que yo se lo presenté que, inclusive, creo que ese día había un compañero de Mattos –no recuerdo el nombre– que se lo presentamos para salir. Creo que salimos, o por lo menos sé que se suscitó, digamos, una reunión.
SEÑOR RIJO: ¿Podría precisar detalles del lugar y la fecha aproximada de la reunión?
SEÑORA DE SARRO: No le puedo precisar la fecha exacta, pero sé que fue en la casa de Mattos en la calle Garibaldi.
SEÑOR MARTÍNEZ: Señora: usted manifestó que estuvo casada con un funcionario policial de la Guardia de Coraceros…
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Cuál es su nombre completo?
SEÑORA DE SARRO: Alberto Miguel Fernández Cáceres.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Usted estuvo casada solamente una vez?
SEÑORA DE SARRO: No; dos veces.
SEÑOR MARTÍNEZ: Actualmente, ¿está casada?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Cuál era el nombre de su segundo esposo?
SEÑORA DE SARRO: Roberto Marcenaro.
SEÑOR MARTÍNEZ: Usted dijo, señora, que generalmente con Mattos los encuentros se verificaban o en el domicilio de él o en el suyo, donde pernoctaba alternativamente visto que en ese momento ambos estaban separados. El domicilio de él era en la calle Garibaldi, ¿y el suyo?
SEÑORA DE SARRO: En la calle Rivera y Anzani.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Es una casa o un apartamento?
SEÑORA DE SARRO: Era un apartamento.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Planta baja?
SEÑORA DE SARRO: Sí, o sea, eran dos apartamentos juntos en el edificio.
SEÑOR MACHIÑENA: Señora: ¿usted no recuerda si el capitán Mattos, con anterioridad a vivir en la calle Garibaldi, vivía en otra zona de Montevideo?
SEÑORA DE SARRO: Anteriormente no lo conocía. Sé, digamos, dónde vivía con su esposa; pero en el momento que yo lo conocía él vivía en la calle Garibaldi.
SEÑOR MACHIÑENA: Siempre que usted lo vio, ¿era en la casa de él?
SEÑORA DE SARRO: Sí, en la calle Garibaldi.
SEÑOR PITA: Simplemente para una información profesional. Yo soy médico y sólo quería saber algo con respecto al tema del cólico hepático: ¿quién la atendió en el Hospital de Clínicas? ¿No recuerda el médico?
SEÑORA DE SARRO: No… sé que había… Digamos, lo fundamental que me hicieron fue darme suero, me iban a dar Sertal, que no había, y me dieron una Novemina en el suero para calmar el dolor, pues no había antiespasmódico. Tuve que esperar más tiempo que me viera el profesor, porque estaba operando.
SEÑOR PITA: ¿Quién es?
SEÑORA DE SARRO: Sé que es el profesor de Quirúrgica F, porque me dijo que después si quería seguir atendiéndome allí, que siguiera, para que ellos continuaran tratándome.
SEÑOR PITA: ¿Ese dato no está en el pase a Policlínicas?
(La testigo entrega un documento.)
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted tiene alguna actividad laboral?
SEÑORA DE SARRO: No, en este momento no. Estoy estudiando en Casa de la Cultura.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Señora: usted dijo que había conocido al señor Mattos alrededor de los años 76 o 77. Dijo que el señor Cordero era conocido de su familia, por lo cual a Cordero lo conoce de antes.
SEÑORA DE SARRO: Sí, a Cordero lo conocía de antes.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿No podría precisar, con algún otro dato –alguna fecha, algún cumpleaños–, en qué fecha conoce al señor Mattos? ¿Año 75…?
SEÑORA DE SARRO: No… Fue en el año 76 cuando yo lo conocí.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Tiene usted idea de si fue a mitad de año, a principios de año? Más o menos.
SEÑORA DE SARRO: Fue a principios del año 76.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y hasta cuándo se mantuvo esa relación? ¿O se mantiene…?
SEÑORA DE SARRO: No; esa relación se mantuvo hasta el año 77, hasta fines del 77. Después nos dejamos de ver porque él se fue para Paso de los Toros y, digamos, no seguimos una amistad en el sentido de vernos todos los días pero… digamos, la última vez que lo vi fue en Paso de los Toros, que yo iba de paso y estuve en la División donde él estaba.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Hace poco de eso?
SEÑORA DE SARRO: No, no hace tan poco. Hace dos años, más o menos dos años y algo.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted en algún momento tuvo conocimiento o llegó a sus oídos versiones que no eran publicadas en los diarios pero que circulaban, sobre posibles nombres vinculados a estos hechos?
SEÑORA DE SARRO: Bueno… no… digamos, los nombres que conoce todo el mundo: Gavazzo, Cordero, Gavazzo, Cordero, el comentario popular y lo que sale en los diarios.
SEÑOR PRESIDENTE: Cuando usted se vio por última vez con él, ¿ya estaba en conocimiento usted de esas versiones que circulaban?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Yo siempre he tenido mucha confusión con los grados militares y las funciones militares, pero imagino que la señora De Sarro, que ha tenido vinculación, puede darnos una idea. ¿En este momento, usted recuerda qué grado tenía, qué función cumplía y en qué Unidad estaba el señor Mattos?
SEÑORA DE SARRO: Era capitán.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Y en qué Unidad trabajaba?
SEÑORA DE SARRO: Estaba en el Instituto Militar de Estudios Superiores haciendo los cursos para pasaje de grado.
SEÑOR MACHIÑENA: Señora: usted ha dicho que después de cuatro o cinco años que no veía a la señora de Trías, el viernes santo, la fue a ver al Clínicas y pernoctó en la casa de ella.
SEÑORA DE SARRO: Sí, estuve hasta tarde de la noche.
SEÑOR MACHIÑENA: ¿En la madrugada…?
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR RIJO: Mi pregunta concreta era si durante esa relación la testigo tuvo conocimiento de que tanto el capitán Mattos –no sé qué grado tenía el señor Cordero allá por el año 76– con Cordero hubieran prestado servicios esporádicamente o durante algún tiempo en la República Argentina, y más concretamente en la ciudad de Buenos Aires, y si se pudiera saber los motivos de las misiones respectivas.
SEÑORA DE SARRO: No. Que hubieran ido a Buenos Aires o que hubieran tenido destino en Buenos Aires, no. Inclusive sé que se hacen intercambios en el IMES mismo con oficiales extranjeros que vienen acá, pero creo que no hay intercambio, es decir, que los oficiales vayan a otro país a hacer cursos, salvo uno que había antes en Panamá, pero que no se hace más.
SEÑOR PRESIDENTE: La visita que usted hace a la señora Haydée Trías, ¿usted la planteó con la posibilidad de quedarse un rato con ella o pensó pasar la noche en la casa de ella?
SEÑORA DE SARRO: No; ella fue la que me invitó a la casa para que la conociera.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y usted resolvió quedarse?
SEÑORA DE SARRO: Sí, nos quedamos charlando hasta tarde.
SEÑOR PRESIDENTE: Cuando usted se retira, ¿lo hace despidiéndose o…?
SEÑORA DE SARRO: No… O sea, ella estaba durmiendo, yo me había quedado lavando y le dije que me iba, y nada más.
SEÑOR PITA: Con respecto a la pregunta que le hizo recientemente el señor diputado Rijo, creí entender que usted tuvo relaciones periódicas, de amistad, íntimas, con el capitán Mattos en el año 76. Más allá de viajes concretos, ¿usted tiene idea de que se hubiera ausentado? Porque esa relación era muy continua. Por ejemplo, haber cortado la relación una semana.
SEÑORA DE SARRO: No, no…
SEÑOR PITA: Algo que hubiera llamado la atención.
SEÑORA DE SARRO: Jamás…
SEÑOR PITA: … un día, dos días, tres días…
SEÑORA DE SARRO: … porque él estaba haciendo un curso, o sea, iba a clase y las clases son toda la semana, menos el fin de semana, toda la semana y normalmente o yo lo llamaba al Instituto o él ya venía para casa o nos quedábamos en encontrar.
SEÑOR PITA: ¿Y, por ejemplo, los fines de semana…?
SEÑORA DE SARRO: Los fines de semana iba a ver a los hijos…
SEÑOR PITA: ¿No estaba con usted?
SEÑORA DE SARRO: Iba a ver a los chicos, los llevaba a almorzar, salían, en fin, las visitas normales de un padre separado, y normalmente a la noche pasaba por casa o nos comunicábamos de alguna manera.
SEÑOR PITA: ¿Usted recuerda la fecha en que se produjeron los asesinatos que esta comisión investiga?
SEÑORA DE SARRO: No recuerdo; sé que fueron por mayo, creo.
SEÑOR PRESIDENTE: La señora sabrá disculparme, pero como no somos interrogadores profesionales, de pronto reiteramos alguna pregunta. En alguna oportunidad, accidental o provocadamente, ¿llegaron a estar juntos usted, Mattos y Haydée Trías?
SEÑORA DE SARRO: Sí; estuvimos un día con un compañero de Pedro, que se lo presentamos a Haydée, y estuvimos allí, creo que cenando o tomando algo.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted recuerda el lugar?
SEÑORA DE SARRO: Sí, en la calle Garibaldi.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿En la casa de Mattos?
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Eran cuatro personas?
SEÑORA DE SARRO: Sí, sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Siempre fueron cuatro?
SEÑORA DE SARRO: Sí, siempre.
SEÑOR PRESIDENTE: La otra persona invitada, ¿era colega del señor Mattos?
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Era militar también?
SEÑORA DE SARRO: Era militar, sí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Recuerda el nombre?
SEÑORA DE SARRO: No; porque tenía como un apodo. No recuerdo el apellido.
SEÑOR PRESIDENTE: Si lo recordara en el transcurso de la reunión, se lo agradecería.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Señora: ¿usted nos podría describir el ambiente del living del señor Mattos, es decir, algunos muebles, alguna decoración…?
SEÑORA DE SARRO: ¿Desde abajo? ¿Desde el pallier o sólo el apartamento?
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: El apartamento.
SEÑORA DE SARRO: Bueno, se entraba, estaba el living comedor, había tres sillones –uno largo, dos chicos–, una vea [¿?] en el medio, la mesa del comedor era hecha con una rueda de carreta con un vidrio arriba, no recuerdo si había cuatro o seis sillas, y había como un bar hecho con costaneros de piano.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Algo así como un escudo o una cosa parecida? ¿No recuerda?
SEÑORA DE SARRO: Había un escudo que creo que era dado por el gobierno de Chile o por militares chilenos, o por carabineros –no recuerdo exactamente– o algo así. No recuerdo exactamente si era del gobierno o esos intercambios que hay.
SEÑOR RIJO: Quería preguntar a la testigo si en ocasión de ese reencuentro con la señora Haydée Trías, después de cuatro años, ella pudiera precisarnos los tópicos o temas principales de la conversación, y en especial si entre esos temas se abordó el de las investigaciones vinculadas a la muerte de los ex legisladores y a la resonancia pública que los nombres de Cordero y Mattos han experimentado por diverso tipo de prensa.
SEÑORA DE SARRO: Sí… bueno… la señora Trías me dijo que había ido a declarar por intermedio del SERPAJ, o al SERPAJ, para decir que ella, que digamos, si yo tenía algún inconveniente en que se me citara o nombrarme a mí, le dije que eso quedaba a criterio de ella; que yo no tenía ningún inconveniente, pero que no tenía nada como para esclarecer las cosas. Y después no la volví a ver más, la vi otra vez en el Clínicas a los pocos días de haber hecho el cólico y mi ahijada se vino conmigo para mi casa a buscar una campera y después no supe nada más de ella.
SEÑOR RIJO: Quisiera preguntar a la testigo qué concepto le merece la persona, es decir, su amiga la señor Haydée Trías: bueno, malo, positivo…
SEÑORA DE SARRO: Bueno… no es una mala persona, es una mujer de trabajo… pero es un tanto fantasiosa en cuanto a sus apreciaciones. La prueba es que cuando, digamos, hace seis años atrás, que era cuando nos veíamos asiduamente –que ella venía a mi casa y todo lo demás–, era una persona, políticamente hablando, de un sector, y luego pegó un vuelco total hacia otro. O sea, eso normalmente pasa cuando uno es adolescente, madurando y se le van afianzando las ideas; pero cuando se trata de un adulto y cuando no han pasado cosas graves en su vida como para que pueda cambiar de ideología completamente, es un tanto raro. Pero eso es parte de la personalidad de ella, no es una mala persona, pero la considera un poco fantasiosa.
SEÑOR RIJO: ¿La considera capaz de intentar perjudicar intencionalmente a un ser humano en un testimonio?
SEÑORA DE SARRO: No creo, y en este caso específico del señor Cordero como del señor Mattos, el contacto que ha tenido con ellos ha ido ínfimo como para poder tener algún tipo de resquemor o de represalia contra algo, porque el contacto fue muy poco, o sea, no hubo una amistad de por medio.
SEÑOR GARCÍA: ¿La testigo cree, entonces, que la señora Trías sería incapaz de hacer una afirmación tendiente a perjudicar a alguna de estas dos personas que hemos mencionado?
SEÑORA DE SARRO: Bueno… no… La conozco hace muchísimos años, pero, digamos, yo dejé de ver a una persona y encontré otra completamente distinta. No me atrevería a aseverar una cosa en la cual no puedo decir bien…
SEÑOR GARCÍA: ¿Y cuál ha sido el cambio político a que usted hacía referencia en relación a la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: Bueno… más que cambio político, digamos que ella fue una persona escéptica con respecto a la política, muy escéptica con respecto a… Siempre vivió para sí misma, nunca se integró a ningún grupo político ni nada. Últimamente, por lo que ella me estuvo comentando y todo lo demás, parece que sí. Inclusive, me comentó que fue de “motu proprio”, que se presentó a la comisión de SERPAJ parar declarar sobre Cordero.
SEÑOR GARCÍA: ¿Usted cree que en función de las características personales de la señora Trías, es decir, a pesar de su carácter fantasioso –como usted dice–, es una persona capaz de argüir una historia que no condiga con la realidad, tratando de perjudicar a alguna otra persona?
SEÑORA DE SARRO: Bueno… No sé… según el caso, según los motivos que lleven a una persona… Hay muchos motivos para querer perjudicar a una persona, ¿verdad?: no sé en qué caso ella podría hacer eso porque todos reaccionamos de manera distinta. No sé bajo qué presión o bajo qué sentimiento ella podría verse obligada o sentir deseos de hacer una cosa así.
SEÑOR MARTÍNEZ: Señora: usted dijo hace un rato que actualmente no estaba trabajando.
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Tiene alguna profesión?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Anteriormente trabajó en alguna actividad?
SEÑORA DE SARRO: No; me casé con quince años.
SEÑOR MARTÍNEZ: Señora: usted ha mencionado que una vez participó en una reunión en la que estaba presente el señor Pedro Mattos, la señora Haydée Trías y un caballero cuyo nombre no recuerda, pero que sabe que tenía un sobrenombre. ¿Podría usted precisar la fecha aproximada en que se produjo esa reunión?
SEÑORA DE SARRO: No podría precisarlo.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿El año?
SEÑORA DE SARRO: El año fue en el 76.
SEÑOR MARTÍNEZ: Usted dice que, recientemente, después de largos años, la señora Haydée la invitó a su casa y le habló de que en sus vinculaciones con SERPAJ había declarado su profunda convicción sobre que Cordero es una persona de bien y que tenía sumo interés en dejar esto debidamente aclarado. A mi juicio, se me ocurre que debería haber alguna razón para que ella defendiera a Cordero. ¿usted conoce alguna amistad, algún vínculo entre ella y Cordero?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR MARTÍNEZ: La vinculación que tuvieron, ¿fue meramente esporádica, circunstancias, de acuerdo a lo que usted sabe?
SEÑORA DE SARRO: Estando yo presente, lo vio una sola vez.
SEÑOR PRESIDENTE: Ese encuentro, que habría sido el único en el que participaron usted, Mattos, Trías y esa otra persona, ¿surgió espontáneamente, es decir estando usted con Mattos se le ocurrió llamar a su amiga? ¿O fue un encuentro concertado previamente por los cuatro?
SEÑORA DE SARRO: No… fue un encuentro concertado… digamos: Mattos me dijo por qué no traía una amiga para hacer una cena, y yo llevé a Haydée.
SEÑOR PITA: Señora: ¿cómo se llama su hija?
SEÑORA DE SARRO: Tengo tres hijos.
SEÑOR PITA: Usted había manifestado que la señora Trías era su madrina…
SEÑORA DE SARRO: Yo soy madrina de la hija de ella.
SEÑOR PITA: ¿De qué matrimonio son sus hijos?
SEÑORA DE SARRO: Dos del primer matrimonio y un varón del tercero.
SEÑOR PITA: Dentro de la relación de amistad íntima que tuvo con el oficial Mattos –y reconozco que esto es reiterativo–, no puede olvidarse que era un momento muy difícil en la vida del país y había permanentemente dificultades de represión. ¿Usted nunca tuvo oportunidad de hablar con él de todos esos hechos? ¿Tenía conocimiento de lo que estaba pasando?
SEÑORA DE SARRO: No… o sea, el conocimiento que puede tener cualquier persona.
SEÑOR PITA: La pregunta mía sería más concreta: al tener una amistad y estar saliendo juntos, podrían haber charlado de situaciones de trabajo, de…
SEÑORA DE SARRO: Cuando yo salí con Mattos, bueno, los comentarios que me podía hacer eran poco entendibles para mí, porque en el Instituto Militar de Estudios Superiores las materias que se dan, como puede ser logística o cosa por el estilo, yo sinceramente no las entiendo mucho.
SEÑOR PITA: El grado suyo de conocimiento de Cordero, ¿cuándo comienza? Porque usted dijo que venía de largo tiempo.
SEÑORA DE SARRO: Que yo recuerde, a partir de los doce o trece años… que yo recuerde…
SEÑOR PITA: Y la relación con Cordero, ¿fue una relación amistosa o íntima?
SEÑORA DE SARRO: Simplemente amistosa.
SEÑOR PRESIDENTE: La fecha que manejamos, que giraría alrededor del año 76, era para la actividad profesional militar un año muy especial. En toda familia donde hubiera un militar, estos temas surgían, había ciertas aprensiones y hasta podían producir algún estado anímico, por más que en este caso se cumplía funciones en un Instituto que, aparentemente, no estaba vinculado con las tareas específicas que motivaban esas inquietudes. ¿Alguna vez –en esas relaciones que seguramente son, en tono de distensión, natural–, usted percibió en él, en algún momento, algún estado de excitación, de nerviosismo, de preocupación, de decaimiento, que pudiera adjudicar a alguna razón especial?
SEÑORA DE SARRO: No; digamos que Mattos es una persona muy tranquila. Es una persona que jamás la vi nerviosa, o muy angustiada. Es una persona muy, muy tranquila.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Señora: le quería preguntar cómo era su relación o su vinculación amistosa con la señora Trías. ¿Era de mucha amistad, de mucha confianza, eran capaces de contarse intimidades y apoyarse mutuamente? ¿O era una amistad más distante?
SEÑORA DE SARRO: Fuimos muy amigas. Coincidía que vivíamos en el mismo lugar cuando yo vivía con mi madre. Silvia tendría dos o tres años –si no tenía menos– y fuimos muy amigas; pero después, digamos… nos seguimos viendo en cumpleaños o fechas así y después cuando me casé por segunda vez fue cuando nos veíamos más asiduamente porque ella venía a mi casa.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Se puede interpretar que la señora Trías era consejera suya en algunos temas?
SEÑORA DE SARRO: No, digamos que siempre fue muy equitativa la cosa. Nunca hubo…
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: En alguna oportunidad usted, sabiendo que la señora Trías era enfermera, ¿reclamó de ella alguna asistencia médica, algún consejo sobre algún medicamento, algo por el estilo?
SEÑORA DE SARRO: Sí; hemos hablado un montón de veces, pero lo normal que se puede hablar sobre el tema, de pronto algún medicamento que me hubieran mandado, o que le hubieran mandado a los chicos, o yo tener otro remedio y preguntarle a ella si era lo mismo. Ese tipo de cosas.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Nunca le requirió ningún medicamento para el señor Mattos ante alguna indisposición?
SEÑORA DE SARRO: Nunca. No.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Para él, nunca?
SEÑORA DE SARRO: No, no.
SEÑOR RIJO: ¿La testigo tiene algún conocimiento sobre que la señora Haydée Trías tuviera alguna idoneidad, en fin, casuística o de experiencia sobre sicología?
SEÑORA DE SARRO: No sé; más que lo que le pueda dar el trato continuo, directo con pacientes…
SEÑOR RIJO: Señora: ¿usted tiene conocimiento de los distintos destinos del oficial Mattos durante su carrera, además de los manifestados del Instituto Superior de Estudios Militares y de Paso de los Toros? ¿Recuerda algún otro destino?
SEÑORA DE SARRO: Bueno… no sé para atrás. Yo lo conocí en el 76, pero tengo entendido que estuvo en el Servicio de Inteligencia.
SEÑOR RIJO: ¿A qué arma pertenece?
SEÑORA DE SARRO: Ingenieros…
EDISON RIJO: ¿Ingenieros…?
SEÑORA DE SARRO: No, Infantería.
SEÑOR RIJO: ¿Tuvo usted conocimiento de que el señor Mattos adquiriera una casa para su madre o para algún familiar?
SEÑORA DE SARRO: Tengo entendido que el apartamento de la calle Garibaldi era de él, comprado digamos estando casado. Creo que llegó a un arreglo cuando se divorció de la esposa y se lo dejó a su mamá; inclusive, la madre está viviendo allí.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted tiene conocimiento de cómo adquirió el apartamento, si fue por el Banco Hipotecario o…?
SEÑORA DE SARRO: Sí, por el Banco Hipotecario.
SEÑOR MARTÍNEZ: Señora: usted dice que desde hace algún tiempo oye con frecuencia repetir los nombres de Gavazzo y Cordero como personas presuntamente vinculadas a los hechos que motivaron la investigación de esta comisión o a otros hechos delictivos. Con anterioridad a la instalación de esta comisión y al comienzo, digamos, ante la publicidad sobre eventuales responsabilidades, en vista de la larga vinculación que usted tiene con el señor Cordero, ¿alguna vez relacionó al señor Cordero o lo oyó relacionar a él mismo o a personas de su vinculación, con hechos represivos de esta naturaleza?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Nunca?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR MARTÍNEZ: Insisto en una pregunta porque hay un dato que me llama la atención. La vinculación que usted conoce del señor Cordero con la señora Haydée, es meramente circunstancial y sólo sabe que se hayan visto una vez. Pero debe llamarle mucho la atención que la señora Haydée se propusiera, digamos, defender a Cordero, a quien prácticamente no conocía. Parecería que esgrimir una defensa de esa manera, vinculándose a instituciones como SERPAJ, respecto a una persona a quien prácticamente no conocía, es algo que carece de sentido.
SEÑORA DE SARRO: Es justamente lo que yo le dije en el Hospital de Clínicas cuando la vi después de mucho tiempo de no verla: ella me dijo que no, que a ella le parecía, digamos… La impresión que le había causado era esa y que, por lo tanto, consideraba su deber moral dar su opinión.
SEÑOR MARTÍNEZ: Por lo que usted sabe, lo vio una sola vez, y fugazmente.
SEÑORA DE SARRO: Estando yo presente, una sola vez.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Y usted no tiene ninguna razón para suponer que entre ellos haya existido otra amistad o vinculación? ¿No tiene elementos de juicio para ello?
SEÑORA DE SARRO: Yo no me atrevo tampoco a aseverar que no porque, vuelvo a repetir, estando yo presente, se vieron una sola vez.
SEÑOR PITA: Quería preguntar a la señora De Sarro con respecto a la casa de la calle Garibaldi en la que se veían frecuentemente con el capitán Mattos: ¿recuerda la fecha desde la que tiene la casa?
SEÑORA DE SARRO: Cuando yo lo conocí, ya la tenía. Lo que sé es que todavía no la había terminado de pagar, o sea, pagaba las cuotas del Banco Hipotecario.
SEÑOR PITA: ¿Tiene idea de si la terminó de pagar por esa época?
SEÑORA DE SARRO: No sé, porque nunca le pregunté.
SEÑOR PITA: Él podía haber comentado: “Bueno, por fin pude terminar esto”.
SEÑORA DE SARRO: Creo que ahora sí está terminada. Lo que no sé si la terminó por esa época.
SEÑOR PITA: ¿Nunca oyó hacer una referencia a su preocupación por terminar de pagarla?
SEÑORA DE SARRO: No; sé que en el año 76 todavía la estaba pagando porque me hizo algún comentario como que la cuota, digamos, que ya estaba por terminar, que le faltaba poco para terminar de comprar, digamos, de pagar la casa, porque yo le comenté que quería comprar también por el Banco Hipotecario. Entonces se suscitó la conversión de que él estaba por terminar o que le faltaba poco.
SEÑOR PITA: Dentro de ese tema de la casa, ¿no recuerda si él pudo haber obtenido algún préstamo en el IMES o en algún lado para terminar de pagar la cuenta?
SEÑORA DE SARRO: No, creo que fue por el Hipotecario solamente, porque inclusive ese apartamento lo había empezado a comprar muchísimos años antes; no sé por cuál de los sistemas del Banco Hipotecario, pero creo que era a veinte años, o a quince años, no sé.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Señora: ¿Usted ve actualmente al señor Mattos?
SEÑORA DE SARRO: No; hace dos años y medio, más o menos, que no lo veo.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Y a Cordero?
SEÑORA DE SARRO: También hace mucho tiempo que no lo veo.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Más o menos cuánto hace que no se ve con el señor Cordero?
SEÑORA DE SARRO: Hace mucho, porque además yo estuve viviendo en Salinas dos años. No sé, uno se despega un poco de la gente que está en Montevideo porque ya no es fácil de ver, pero debe ser fácil cuatro o cinco años que no lo veo.
SEÑOR MARTÍNEZ: Señora: ¿su concepto del señor Cordero coincide con el de la señora Haydée Trías?
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR GARCÍA: En el correr de este interrogatorio, ha surgido el nombre de Haydée Trías que, evidentemente, es una persona que aún sin el conocimiento directo del señor Cordero, trata de beneficiarlo. Es una versión de la señora Trías en relación a la personalidad de un señor oficial. ¿Usted tendría algún inconveniente en comparecer en esta comisión conjuntamente con la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: No, no tengo inconveniente.
SEÑOR RIJO: Si no se formularan otras preguntas, mocionaría en el sentido de que invitáramos a la testigo a aguardar un momento afuera, a fin de que la comisión continúe deliberando.
SEÑOR PRESIDENTE: Si no se hacen observaciones, así se procederá.
La comisión pasa a intermedio.
SEÑOR PRESIDENTE: Continúa la sesión. Vamos a conversar con las dos testigos que han tenido la gentileza de acceder a la invitación que la comisión les hizo a una en el día de ayer y a otra en el día de hoy. Hemos creído conveniente para todos realizar esta reunión con la presencia de las dos testigos para ver en qué medida coinciden o en qué puntos hay disparidad.
Para ubicarnos en el tema que vamos a encarar ahora, la Mesa se permitirá dar lectura a un documento que llegó a su poder y en tanto ese documento contiene la declaración de una de las testigos, se va a volver a leer para ver en qué medida se ratifica o no de lo que dice.
El documento que llegó a la comisión textualmente dice lo siguiente: “Montevideo a los trece días del mes de noviembre de 1985, HAYDÉE TRÍAS, oriental mayor de edad, Cédula de Identidad 1.241.393/4, DECLARA: 1. Que a fines de mayo de 1976, JULIANA DE SARRO, persona de mi conocimiento y amistad, me llamó por teléfono para citarme al apartamento del Teniente Coronel ROBERTO O ALBERTO MATTOS (“el burro”) sito en Pocitos. Allí el oficial me recibió y estaba con una pistola en la mano. Juliana me dijo que Mattos, su compañero, estaba desequilibrado, muy nervioso y en tratamiento médico porque había asesinado al Senador Michelini. Después el teniente Coronel Mattos me dijo, a la declarante, que estaba muy mal porque era amigo de Zelmar Michelini y lo había matado. Que le habían ofertado una importante suma de dinero en dólares para ejecutarlo. Con lo cual pagó cuentas y una casa para su madre; II. Que Mattos había ido a Buenos Aires con Cordero a buscar a Zelmar Michelini para matarlo. Lo fue a buscar a donde lo tenían secuestrado, salieron juntos, conversaron, tomaron copas y después lo mató de un balazo en la cabeza, luego de decirle que quedaba libre. Estaban dentro de un automóvil; III. Que Mattos tenía en la casa un mural con dos armas de fuego cruzadas en fondo de terciopelo negro con la leyenda ‘En honor al mérito’ y con la fecha de la muerte de Michelini; IV. Que solicito la certificación notarial de mi firma. ENTRE LÍNEA: o ALBERTO, había VALEN. Y firma Haydée Trías. Octavio Carcen. Fernando Urioste”.
La Mesa pregunta a la señora Haydée Trías si se ratifica en el contenido de este documento.
SEÑORA TRÍAS: Sí, me ratifico y como expresé en la sesión de ayer, hago la salvedad de que no son mis palabras las que están en la declaración, sino que son las que creyeron pertinentes los abogados que la redactaron. La redactó otra persona y no son mis palabras ni mis expresiones, pero el contenido es, con la salvedad de que pueda tener alguna laguna, concreto.
SEÑOR PRESIDENTE: En la tarde de hoy la señora Juliana de Sarro hizo una declaración que todos tenemos presente. Le preguntamos si ratifica en todo lo manifestado en la sesión de hoy, antes de este intermedio.
SEÑORA DE SARRO: En absoluto.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Se ratifica?
SEÑORA DE SARRO: Sigo manteniendo lo que dije.
SEÑOR PRESIDENTE: Lo que le pregunto es si está de acuerdo en mantener o que había manifestado anteriormente.
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR PRESIDENTE: Como comprenderán, surge una contradicción entre lo declarado por la señora Haydée Trías y lo manifestado por la señora Juliana de Sarro. Esta contradicción que surge de sus declaraciones motivará que conversemos entre todos en procura de lograr alguna aclaración. En ese sentido, ofrecemos la palabra a los señores Diputados.
SEÑOR PITA: Me siento en la necesidad de ratificar las palabras del señor Presidente en el sentido de agradecer la presencia tanto de la señora Haydée Trías como de la señora Juliana de Sarro, que han demostrado tan buena voluntad.
El problema central, en lo general, sería ver un poquitito algunos aspectos, porque nosotros encontramos coincidencias en cuanto a determinado tipo de hechos, alrededor de los que giran la declaración inicial de la señora Trías, fundamentalmente en lo que tiene que ver con esa reunión que se hizo en el año 1978. Pero vemos que no hay coincidencia en lo referente a lo que se habló en esa reunión. Ese es el punto central de la reunión hoy.
Quiero un poco entrar en este aspecto del asunto; es decir, si puede ser producto del tiempo que aparecen las contradicciones o si hay una verdadera apreciación distinta respecto del fenómeno.
SEÑOR RIJO: Vamos a explicarles, porque nosotros tuvimos acceso por separado a los dos testimonios, pero las contradicciones básicas sobre ese punto –para que queden en igualdad absoluta y total de condiciones– son sobre el lugar donde se habría desarrollado la reunión y en cuanto al total de personas intervinientes. Hay un testimonio de la señora De Sarro que afirma haber tenido lugar una reunión, a invitación de ella concretamente, a solicitud del señor oficial Mattos, con usted –señora Trías– y con otro oficial cuyo nombre no recuerda ni tampoco el alias, en el año 1976, y que esa reunión se habría desarrollado en la calle Garibaldi, en el domicilio del señor oficial Mattos.
SEÑORA TRÍAS: No, señor, en absoluto. En la reunión a la que yo me refiero estaba solamente el oficial Mattos, la señora De Sarro y yo. No había ningún otro oficial y no era en la calle Garibaldi, sino que era en Pocitos.
SEÑOR RIJO: ¿Podía haber sido en Rivera y Anzani?
SEÑORA TRÍAS: Podría.
SEÑOR RIJO: En un apartamento de planta baja; de dos apartamentos.
SEÑORA TRÍAS: Podría ser, sí, podría ser. No recuerdo, no puedo precisar.
SEÑOR RIJO: ¿Usted podría reconocer el local?
SEÑORA TRÍAS: Puede ser, tengo la idea de cómo era. Hacia el lado de la derecha había un portero eléctrico. Entrando, en la planta baja, era el segundo apartamento, a mano derecha, planta baja. Si entro a la casa la reconozco perfectamente. Se entra a un ambiente que en aquel momento estaba decorado como una sala de estar, una pequeña cocina sin puerta, después un dormitorio y del dormitorio se sale a un pequeño baño. Un apartamento bastante chico. Decorado, pero modesto; no era un lujo.
SEÑOR RIJO: En concreto, señora Trías, esa segunda reunión con cuatro personas, en la calle Garibaldi, ¿usted no recuerda?
SEÑORA TRÍAS: No es pertinente, no tiene nada que ver. Si hubiera habido, no viene al caso. No la recuerdo tampoco.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Como decía el señor diputado Pita hay dos núcleos centrales sobre los cuales tiene interés esta comisión y se los vamos a plantear a ustedes con total franqueza para que ustedes digan la verdad desde su punto de vista. Uno, es este acontecimiento: una reunión de tres o cuatro personas una noche cercana a fines de mayo de 1976. Dos, es la reunión que ustedes mantienen hace cuatro cinco días en la casa de la señora Trías, sobre la cual también tenemos versiones diversas, por lo que nos interesa el relato de cada una de ustedes sobre esa reunión y, especialmente, de parte de la señora De Sarro sobre las motivaciones que la llevaron a que en estos días específicos usted la haya ido a visitar a la señora Trías y cómo derivó la conversación. Nos interesa, desde ese punto de vista, estos dos núcleos centrales de conversación entre nosotros.
SEÑOR PRESIDENTE: La pregunta del señor diputado Hierro Gambardella se inscribe en este clima distendido en que estamos y parece atinado que avancemos aclarando esta primera parte. Pido al señor diputado que reitere su pregunta.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Desde que las testigos hagan un relato de cómo fue esa reunión de fines de mayo del año 76, según el recuerdo que cada tenga.
SEÑOR PRESIDENTE: Aparentemente hay coincidencia en que una reunión o encuentro hubo y en la que, en principio, por lo menos tres personas –sin duda– participaran, que son la señora De Sarro, la señora Trías y el señor Mattos. Las dudas aparecen en si participó alguien más o no y el lugar en que esa reunión se llevó a cabo.
Escuchamos primero a la señora De Sarro, que nos informa quiénes participaron en esa reunión, algunas características y el lugar, y luego le daríamos la palabra a la señora Trías.
SEÑORA DE SARRO: Esa reunión, como dije hoy, fue en la calle Garibaldi donde vivía Pedro, el señor Mattos. Estaba un compañero de él. Estuvimos –no lo recuerdo– si cenando o tomando algo. Esa fue la reunión en la calle Garibaldi.
SEÑOR PRESIDENTE: En la calle Garibaldi donde participaron usted, la señora Trías, el señor Mattos y un amigo…
SEÑORA DE SARRO: Y un compañero de Mattos.
SEÑOR PRESIDENTE: … de Mattos, cuyo nombre o apodo no pudo recordar.
SEÑORA DE SARRO: No recuerdo.
SEÑOR PRESIDENTE: Le pedimos a la señora Trías que nos reitere lo de la reunión.
SEÑORA TRÍAS: La reunión fue en Pocitos. Es más; yo estaba trabajando en el Hospital de Clínicas. Además se maneja la noche; no fue en la noche; fue en horas de la tarde pues yo salí en medio de la guardia. Creo que esto está anotado. Fue en horas de la tarde y me quedé hasta la nochecita. La dirección que ella dice en Garibaldi es a unas cuadras del Clínicas, yo sé la casa a que se refiere. Incluso yo mencioné la casa que se supone que Mattos le compró a la madre. Esa casa queda una, dos, tres, cuatro cuadras del Clínicas. Desde que fui a Derechos Humanos y a SERPAJ, lo primero que comenté es lo que me dijeron: “Tomate un taxi y vení”. Yo no voy a tomar un taxi para que me cruce la calle, señor. Entonces, ya toda la declaración se vendría abajo. No, yo me dirigí hacia Pocitos. No puedo recordar la dirección, pero era en Pocitos. Y estaban –repito– el señor Mattos y la señora Juliana solos. Ahí se desarrolló la conversación y lo siguiente de mi declaración. Pero en absoluto podía ser frente al Hospital de Clínicas; estábamos frente al Hospital; sólo era cruzar. No, yo tomé un taxi y fui a un lugar que no reconozco, no era un lugar familiar para mí, porque si yo tuviera la dirección sería fundamental. No la recuerdo.
SEÑOR PRESIDENTE: Queda una segunda parte de la pregunta, por lo que doy la palabra al señor diputado Hierro López.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: No sé si podemos referirnos a algunos aspectos de esto.
SEÑOR PRESIDENTE: Sí, señor diputado.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Señora Trías: ¿usted recuerda otra oportunidad –no esta que usted relata ahora– en que haya participado de otra reunión social en la casa de la calle Garibaldi con el señor Mattos, otro señor y la señora De Sarro?
SEÑORA TRÍAS: Con el señor Mattos, no. En esa casa sí estuve. No lo he hablado acá en la Cámara, pero sí lo hablé en SERPAJ, en Derechos Humanos, lo hablé en las reuniones nuestras de otras investigaciones que estábamos haciendo y no estaba el señor Mattos.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Usted participó en esa casa de reuniones sociales?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Con el señor Cordero?
SEÑORA TRÍAS: No, el señor Cordero tampoco estaba. Ni el señor Mattos ni el señor Cordero. Había una chica que tenía un bebé recién nacido, estaban dos oficiales que no recuerdo cómo se llamaban, cosa que no tiene ninguna trascendencia, ni viene al caso, ni tiene nada que ver con esta investigación, porque no tendría sentido que empecemos como ayer con una discusión sobre los valores morales de cada una de las testigos. Eso lo pienso yo, y perdonen. Las reuniones que hayan habido o hayan dejado de haber, no vienen al caso de mi declaración. Mi declaración se refiere a otra reunión. Hubieron muchas reuniones con Mattos, con Cordero, pero en la de mi declaración estaba la señora De Sarro, Mattos y yo y no fue una reunión social, sino que fue motivada por los hechos que se están investigando, que es la de ayer.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Nos interesa especialmente –señora Trías– que usted relate lo acontecido en la noche del viernes último, o el día que haya sido, cuando la señora De Sarro concurrió a su casa; sobre qué conversaron, cuántas horas duró esa reunión, cómo terminó esa reunión.
SEÑOR PRESIDENTE: Para no abandonar el tema que estábamos encarando, ¿podría haberse dado la circunstancia que hipotéticamente se cometiera error en alguna fecha, pero no en esa fecha ni en esas circunstancias?, ¿pudo haber habido algún encuentro del que participaran exclusivamente usted, Mattos o la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR PRESIDENTE: Porque podría haberse dado el caso que hubiera habido algún error de fecha y que no fuera el lugar, pero no hubo otra reunión….
SEÑORA DE SARRO: No, no: estoy segura de que no.
SEÑOR PRESIDENTE: … en ningún lugar. Nunca estuvieron ustedes tres solos.
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR PRESIDENTE: Cuando estuvieron los tres fue…
SEÑORA DE SARRO: No recuerdo si cuando llegamos a Garibaldi y llegó ella y el compañero de Pedro, o sea… no recuerdo el orden de llegada, pero específicamente éramos cuatro.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Iba a solicitar a la señora Trías si pudiera hacer un relato de la reunión del día viernes o jueves de esta última semana.
SEÑORA TRÍAS: Tengo tanta confusión con el día que ahora ya en este momento no sé ni cómo me llamo yo.
SEÑOR PRESIDENTE: La pregunta que le hace el señor diputado Hierro se refiere al momento en que la señora De Sarro estuvo en su casa.
SEÑORA TRÍAS: Ella fue al Hospital. Conversamos, ¿cómo voy a decir?, trivialidades y fuimos para casa. En casa estaba mi hija y el novio de mi hija. Y la conversación que tuvimos fue en base a lo que yo declaré –lo ratifico–. No había dicho que había otra persona, el novio de mi hija que, ahora que estoy con custodia, el muchacho también está allá, quien oyó todo, absolutamente, lo que se habló e, incluso, me hizo hincapié en que no comprendía cómo una persona podía ir a mi casa y hablar de temas como los que ella habló. Ahora estábamos hablando en casa con el muchacho; el muchacho se enteró de cosas que no debería enterarse porque esto era secreto y ella habló, y salió de ella hablar y nombrar. Es más: yo no sabía los nombres de las personas. Hasta en la declaración dije que yo no sabía los nombres. Barajé dos nombres, y ella me dijo tal nombre. Ella sacó la conversación.
A mí no me molestaba para nada tener una reunión, y ella es la madrina de mi hija y dada mi amistad; mi hija estaba encantada de ver a la madrina. La conversación fue por ese derrotero por parte de ella, no por parte mía.
SEÑOR MACHIÑENA: Perdone, señora Trías: ¿es mayor de edad el novio de su hija?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor.
SEÑOR GARCÍA: ¿Puede hacer referencias…?
SEÑORA TRÍAS: Está allá…
SEÑOR MACHIÑENA: Y él, ¿fue testigo de toda la conversación que tuvieron?
SEÑORA TRÍAS: Absolutamente. Estaba comentando que estaba traumado con la conversación que oyó el muchacho de 18 años. Habló con los padres, pidió para quedarse en casa. El padre ha ido ya dos veces por casa desde que el muchacho está ahí, para ver que esté todo bien.
SEÑOR GARCÍA: Señora Trías: ¿usted podría reiterar nuevamente lo conversado en esa reunión en relación a la cual es testigo el novio de su hija?
SEÑORA TRÍAS: Bueno, se habló de nombres, se habló del asesinato de Michelini y Gutiérrez Ruiz que, hago la salvedad, no sé por qué razón en esa reunión del año 76 a Gutiérrez Ruiz no lo nombraron para nada: a mí me hablaron de Michelini…
SEÑOR GARCÍA: Pero ¿qué se dijo concretamente sobre esos temas?
SEÑORA TRÍAS: Fui yo la que pregunté, cuando ella lo nombró, qué era de la vida del señor Mattos, y ella dijo: “Ah…! ¿Pedro?… Yo lo sigo viendo, está bien”. Entonces siguió hablando y le dije si estaba enterada de que había una comisión. Y ahí se encauzó la conversación. Ella me dijo que sí, pero que no pasaba nada, que ellos estaban a salvo de todo y dijo: “Y Cordero también”. Dijo “Cordero dice, se ríe cuando van los frenteamplistas en las manifestaciones y le dicen cánticos y repudios”. Comentó que Cordero había comprado una casa. Bueno, en fin, me puso al día de todas las actividades de ella y que seguían en la misma, que tenía una nena, que la nena creo que se llama Sislene… bueno, toda la conversación de nosotras de dos mujeres amigas y comadres, como decimos, toda, toda, toda, se fue hacia el caso Gutiérrez Ruiz-Michelini. Y no fui yo la que inició porque yo no estaba haciendo una investigación ni cité a un testigo a mi casa, sino que ella fue a mi casa en calidad de amiga y madrina de mi hija. Eso… Así la recibí yo en mi casa.
SEÑOR PRESIDENTE: Señora Trías: ¿Usted ratifica que el novio de su hija escuchó esta conversación?
SEÑORA TRÍAS: Sí, por supuesto. Yo no sé… Es un chico… si él puede declarar, si él quiere declarar, qué opina, si quiere consultar con el padre, pero el chico sí escuchó todo absolutamente.
SEÑOR MACHIÑENA: ¿Qué edad tiene?
SEÑORA TRÍAS: Dieciocho.
(Pregunta del señor diputado García.)
SEÑORA DE SARRO: Lo vuelvo a repetir: cuando estuve en el Hospital de Clínicas, que la llamé previamente, para saber si estaba o no estaba porque hacía mucho tiempo que no la veía, cuando llegué me estuvo hablando y me dijo que ella había ido al SERPAJ, que había declarado a favor de “Manucho” porque ella no creía que él hubiera sido capaz de haber hecho tal cosa, cosa que me sorprendió porque ella no vio una vez sola a Cordero y nada más. O sea, lo mismo que dije hoy.
SEÑOR RIJO: Quería precisar un detalle. Le quería preguntar concretamente a la señora Trías si la invitación a visitar su casa partió de ella, o si fue la señora de Sarro quien….
SEÑORA TRÍAS: Creo que en ese caso, para mí, era lógico que si la encontré en el hospital y salimos conversando y vivo a siete cuadras del hospital, que la conversación continuara en casa y la recibí en mi casa. No sé si la invité… lógicamente, ella no me iba a decir “Invitame a ir a tu casa”. Salimos caminando, conversando, y nos fuimos para casa. Además, yo estoy viviendo en otra casa que ella no conocía y, en fin, estábamos hablando de cosas triviales, nada que ver con nada. En el hospital no se habló de nada. Iba mi hija también con nosotros.
SEÑOR RIJO: ¿La señora De Sarro ratifica lo que dijo en su primera declaración, es decir, que la invitación partió de la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: Claro, sí… No recuerdo si ella en el medio de la conversación dijo: “Bueno, vamos para casa a tomar algo” o… Estamos de acuerdo…
SEÑOR RIJO: Otro punto sobre este mismo episodio en el que los detalles son contradictorios es en cuanto al momento y las circunstancias en que la señora De Sarro habría solicitado –porque estaba muy deprimida– quedarse a dormir en su domicilio, a lo que accedió la señora Trías. Obviamente, la referencia al novio de la hija de la señora Haydée es la primera vez que aparece en su testimonio. En la declaración de ayer no se había mencionado ese detalle; pero la señora Haydée manifestó su sorpresa cuando a determinada hora de la noche o la madrugada la puerta estaba abierta y la señora había abandonado su domicilio.
SEÑORA TRÍAS: Y las luces prendidas…
SEÑOR RIJO: El testimonio de la señora De Sarro se opone a esa versión.
SEÑORA DE SARRO: No. Ya dije que me había ido de madrugada, que había estado lavando, que la señora estaba dormida y que yo me fui para mi casa, o sea, que salí.
SEÑOR RIJO: Pero ¿usted solicitó o no quedarse esa noche allí?
SEÑORA DE SARRO: O sea… estuvimos charlando hasta tarde, jugando a las cartas y todavía ella me dijo: “¿Te vas a quedar?, le digo: “Sí, me voy a quedar”, y después decidí que no y me fui.
SEÑOR RIJO: ¿Y estaba o no presente el chico…?
SEÑORA DE SARRO: No, se había ido.
SEÑOR RIJO: ¿Pero estuvo en algún momento en la reunión?
SEÑORA DE SARRO: Sí, estuvo hasta tarde en la noche.
SEÑOR MACHIÑENA: Señora Trías: ¿al señor Cordero usted lo ha visto frecuentemente o a lo largo de todo este tiempo?
SEÑORA TRÍAS: Sí, sí, sí, señor.
SEÑOR MACHIÑENA: ¿O sólo una vez, como…?
SEÑORA TRÍAS: No, en lo que estuvo viviendo… Hasta esa época en que me aparté de ella, sí, muchas veces: lo vi en la casa de ella cuando vivía en Aires Puros, lo vi en un apartamento que tenía, que no recuerdo la dirección, lo veía en la Confitería Lido con ella casi todas las veces que yo iba a buscar a Juliana porque la necesitaba, porque quería verla, quería estar con ella; él andaba en un coche, nos ha llevado a varios lados, a tomar una copa, a conversar. Incluso Cordero me ha llevado a… Cuando yo estudiaba yo vivía en Chaná y Blanes y me acuerdo que él tomaba la guardia en la madrugada y yo entraba en Carlos Nery a las seis o seis y media y él pasaba –porque yo tenía que caminar de Chaná y Blanes hasta 18– y recuerdo varias veces que me tocó un bocinazo para acercarme hasta Carlos Nery. Para mí, es una persona que sin haberlo frecuentado íntimamente, lo vi muchas veces, muchas veces. No una vez.
SEÑOR MACHIÑENA: Señora De Sarro: de acuerdo a lo que usted ha manifestado sólo en una oportunidad –ese día en la calle Garibaldi– fue que la señora Trías conoció al señor…
SEÑORA DE SARRO: No…
SEÑOR MACHIÑENA:… Mattos… perdón, Cordero…
SEÑORA DE SARRO: No, Mattos. ¿Cuál es la pregunta? Porque ahora me entreveré con Mattos y Cordero.
SEÑOR PRESIDENTE: El señor Diputado Machiñena sólo estaba haciendo una reflexión.
SEÑORA DE SARRO: Me confundí.
SEÑOR PITA: Quería refrescar un poco la iniciativa del encuentro en el Hospital de Clínicas. Yo había entendido que la señora De Sarro había tomado la iniciativa de llamar previamente para ver si estaba la señora Trías y, confirmado esto, ir al hospital a buscarla para charlar con ella. Señora de Sarro: después de tanto tiempo, ¿cuál fue el motivo para charlar con la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: Hemos pasado muchos años sin vernos y ella me ubica o la ubico yo a ella. O sea, son muchos años de amistad y hemos tenido grandes lapsos de tiempo sin vernos.
SEÑOR PITA: Señora De Sarro: ¿usted tenía alguna idea de que la señora Trías iba a hacer algún tipo de declaración con respecto a estos hechos?
SEÑORA DE SARRO: No, me informó ella. No tengo el más mínimo contacto con gente de SERPAJ ni con ninguna de esas comisiones.
SEÑOR PRESIDENTE: Señora De Sarro: ¿cuál fue su reacción, su actitud, cuando se entera que ella había formulado eso que está referido a personas que en un momento determinado formaron parte del núcleo de sus afectos?
SEÑORA DE SARRO: ¿Cómo personas…?
SEÑOR PRESIDENTE: Sí.
SEÑORA DE SARRO: … porque ella me habló solamente de Cordero. Ella había ido a declarar a favor porque le había aparecido una persona muy bien, incapaz de hacer todo eso, que esa era la impresión que ella tenía, y que pese a ocasionarle problemas a nivel laboral por, digamos, tendencias políticas que pueda haber dentro del Clínicas, consideraba que era su deber moral decir su verdadera opinión.
SEÑOR MARTÍNEZ: Señora De Sarro: ¿qué diarios lee habitualmente?
SEÑORA DE SARRO: El Día.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Lee habitualmente diarios, semanarios, prensa en general?
SEÑORA DE SARRO: Sí, a veces por intermedio de la hermana de una amiga leo El Popular.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Y los ha leído regularmente durante las últimas semanas y los últimos días?
SEÑORA DE SARRO: No. Muy ocasionalmente, cuando tengo oportunidad de encontrarme con ella lo vicho, lo ojeo.
SEÑOR MARTÍNEZ: Pero compra El Día.
SEÑORA DE SARRO: Compro El Día… cuando compro.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿No se enteró por la prensa, la semana pasada, de la eventual existencia de un testigo que comparecería ante la comisión investigadora?
SEÑORA DE SARRO: Sí, normalmente escucho, cuando miro la televisión, algún noticiero.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Y supo algo de eso?
SEÑORA DE SARRO: Más que lo que dice la prensa, nada.
SEÑOR…: ¿Y oyó, en los lugares donde habitualmente frecuenta, algún tipo de comentario acerca de que la prensa informaba de la eventual comparecencia de un testigo ante la comisión?
SEÑORA DE SARRO: No. Recién anoche a las diez y media de la noche la madrina de mi hija leyó el diario, después que había venido el señor Goyenola a casa y todavía me comentó eso, pero eso innegablemente puede ser que sea por su declaración o por lo que vaya a pasar, porque coincidentemente con la hora en que me fue entregada la citación… Pero si no, no tenía idea de que están reunidos.
SEÑOR PRESIDENTE: Señora De Sarro, ¿cuál fue la reacción suya cuando recibe la citación?
SEÑORA DE SARRO: De asombro.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted hace algún comentario en ese momento?
SEÑORA DE SARRO: Bueno, llamo a la madrina de mi hija, como si fuera mi hermana, que vive conmigo. Todavía el señor secretario me dijo: “Esto es confidencial”; todavía le dije: “Esto, ¿qué es?”. Y ella me dijo: “Pero vos no tenés nada que ver con esto, ¿qué tiene que ver?”. O sea, no podía, digamos, relacionar en qué podía ayudar yo.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y usted no pensó que podía haber alguna persona de su conocimiento vinculada a estas…?
SEÑORA DE SARRO: No… Después, inclusive creo que lo comenté delante del señor secretario, yo dije: “Eso debe ser por las declaraciones de Haydée”. Creo que lo dije.
SEÑOR PRESIDENTE: Declaraciones de Haydée, ¿dónde?
SEÑORA DE SARRO: O sea, por el comentario que ella me había hecho de lo que ella había dicho. Cuando recibí eso, que leí, que abrí eso y leí por lo que era, todavía le comenté a mi comadre: “Mirá, esto debe haber sido por las declaraciones de Haydée”, y ella me dijo “¿Y vos qué tenés que ver en todo esto?”.
SEÑOR MARTÍNEZ: Sin embargo, señora De Sarro, usted conoce de largos años atrás al señor Cordero y lejos de ignorar que se lo vinculaba insistentemente con los asesinatos que motivan la existencia de esta comisión, lo conocía.
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿No le pareció que podría ser –para hacerle alguna pregunta– en relación con lo que publicaba la prensa?
SEÑORA DE SARRO: No, no puedo ver, digamos, en qué puedo ayudar yo, porque supongo que así hubiera sido Cordero o cualquier otra persona, no me lo van a venir a decir a mí. No tiene sentido. La persona que fue supongo que no se lo comentó a nadie o es un grupo muy limitado de personas las que lo saben.
SEÑOR MARTÍNEZ: Señora Trías: el grado de conocimiento y trato suyo con Cordero, ¿se podría decir que perfilaba una forma de amistad, un mero conocimiento superficial, una amistad relativamente profunda? ¿Se encontraron en alguna oportunidad más o menos asiduamente, frecuentando lugares públicos para tomar una copa, para tomar el té, para cenar…?
SEÑORA TRÍAS: Sí, sí. Esto ya es del año 74, más o menos creo… Sí, 74, que yo lo conocí; ella me lo presentó. Ella… luego… ella me lo presentó. Le digo: había encuentros… No considero… Era una relación… O sea, yo a la que apreciaba y quería como una hija a esa edad era a Juliana. Él era de la amistad de ella; ella decía estar enamorada de él. Yo lo aceptaba. No quiero decir ni que lo quería ni que era de mí… Era una de las personas que estaban en el círculo, como con tanta otras personas que me senté a tomar un café. En el Lido, por ejemplo, era el lugar que más frecuentábamos…
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Y…?
SEÑORA TRÍAS: … y después en el apartamento de ella, en el apartamento que ella tenía en Comercio y Nancy. Cordero iba todos los días, todos los días, y yo vivía con ella en Comercio y Nancy, detalle que me había olvidado y que me acuerdo en este momento. En Comercio y Nancy, segundo piso, el número no lo recuerdo, pero… voy siempre por ahí.
SEÑOR MARTÍNEZ: A la confitería Lido, ¿iba sola con Cordero?
SEÑORA TRÍAS: No, no. Ahí se hacían tremendas reuniones. La que ella nombra como la madrina de la hija –no recuerdo el nombre– es amiga de Cordero, creo que incluso antes que ella… Éramos cantidad de personas…
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Y una buena parte de ellas vinculadas… o todas ellas militares?
SEÑORA TRÍAS: Todos, todos; era yo la de afuera nada más.
SEÑOR MARTÍNEZ: Digo: militares, generalmente…
SEÑORA TRÍAS: Militares y simpatizantes… O sea, era gente que se movía en un círculo en el cual yo no tenía interés en profundizar en sus actividades. Además, yo a la señora De Sarro –esto en esta Cámara no se trató– la apreciaba mucho en el apoyo moral que tuvo cuando me separé de mi marido, con tremendas borrascas, el apoyo que ella me dio con mi hija: le dio ternura, le dio cariño, le dio todo… Yo tuve un descalabro económico, moral… Entonces, era una relación muy estrecha y ella en ese momento tenía relaciones con Cordero, relaciones que…Él era el hombre de la casa prácticamente.
SEÑOR MARTÍNEZ: Ahora bien: usted dice que no le interesaba…
SEÑORA DE SARRO: ¿Me permite?
SEÑOR PRESIDENTE: Sí, cómo no.
SEÑORA DE SARRO: Puede decir una cosa: en el año 74 me casé yo. Cuando ella habla de mi relación con Cordero, primero: ya hacía mucho más tiempo que lo conocía; segundo: yo me casé en el 74.
SEÑORA TRÍAS: Si la relación era anterior no sé, nunca le pregunte. El que ella se haya casado no implica esas relaciones… Me alteró bastante eso, esa pregunta de que ella estaba casada con un oficial y frecuentaba otro oficial porque claro… eso… Yo no discuto los principios morales de la señora; pero ella tenía relaciones con el señor Cordero. El señor Cordero frecuentaba la casa, es más, era amigo y superior, aparte de ser superior jerárquicamente del esposo de la señora, que en aquel tiempo era alférez…
SEÑOR MARTÍNEZ: ¿Quién?
SEÑORA TRÍAS: Fernández Cáceres, el esposo de ella. Y era superior de él y frecuentaba la casa… y ellos iniciaron relaciones, a las cuales yo fui reticente… No quería hablar sobre el tema. La señora está presente: yo en su ausencia no hablé; ahora hablo delante de la señora, las cosas son así. Y no he hecho una relación de un día ni que lo veía un día; lo veía todos los días, porque ella, cuando yo tuve ese problema, un gran problema que alteró toda mi vida, me ofreció su casa y yo fui a vivir a la casa de ella. Viví en Comercio y Nancy con ella y con mi hija, y la persona que frecuentaba la casa era Cordero.
SEÑOR MARTÍNEZ: Usted dice que no se interesa por conocer las actividades de ese grupo de oficiales, pero en todo caso, en lo que concierne a Cordero particularmente, frecuentó la amistad de él, ¿y llegó a tener un grado considerable de amistad, a profundizarla de alguna manera?
SEÑORA TRÍAS: Sí, como dijimos ayer… No una evaluación subjetiva de una personalidad, pero yo no puedo saber las actividades de él, o sea que yo no rechazo la persona de Cordero, no la rechazo tampoco, lo dije ayer, no lo rechazo, señor, no es una persona que yo rechace; pero tampoco me considero amiga de él ni creo que jamás hayan pensado que yo era amiga de él.
SEÑOR SICA BLANCO: Señora Trías: curiosamente, en este diálogo se está dando periódicamente el nombre del Hospital de Clínicas por uno u otro motivo. Parece que hay algo coherente entre su declaración de ayer y la declaración de la señora De Sarro de hoy. Parecería que después que la señora De Sarro estuvo en su casa, fue a asistirse al Hospital de Clínicas de una afección, lo cual hace que haya ido al Hospital de Clínicas casi en dos días sucesivos. Una tarde fue a buscarla a usted…
SEÑORA TRÍAS: Claro, los dos días la vi. Sí, la vi los dos días: el día que ella me llamó por teléfono para confirmar si estaba, fue al hospital y como –ni sé si lo dije ayer en el relato detalladamente– la señora se fue en la madrugada, al otro día yo fui a trabajar. Apenas tomé la guardia me dijeron que había una señora en Emergencia, que era intento de autoeliminación –que son los términos en que nos manejamos nosotros– que llamaba por mí, que había preguntado por mí. Yo tenía muchas tareas y no bajé y ella subió al piso, en la tarde. Me dijo que ya estaba de alta, que había tomado psicofármacos y que le habían hecho un tratamiento.
SEÑORA DE SARRO: Eso fue cuando yo llamé para ver si estaba ella, el cuatro, el día que estuve internada por el cólico hepático, que inclusive creo que hay personal que pueda saber porque yo pregunté a ver si ella estaba en el piso 7, porque ellos no sabían cuánto tiempo iba a estar. Todavía no me habían visto los médicos, como le dije al doctor. Ese fue el día que yo pregunté por ella, que era el día libre. Me acuerdo que era un miércoles.
SEÑORA TRÍAS: Los días son subsiguientes. Los días no sé cuáles son, pero ella se va de casa en la madrugada, al otro día, a las 12, tomo la guardia y me dicen que está una señora internada y resultó ser la señora.
SEÑOR SICA BLANCO: Es curioso porque si hay algo claro o que puede quedar muy claro, es el motivo de una permanencia en un servicio de Emergencia de un hospital o su internación. La señora manifiesta que no estuvo internada en el hospital.
SEÑORA TRÍAS: Internada no; ella…
SEÑOR SICA BLANCO: Fue tratada en el servicio de Emergencia.
SEÑORA TRÍAS: … en Emergencia. Sí, en Emergencia; no ingresa. Pero igual consta en el libro de registro –no sé si de diagnósticos, no sé, creo que nunca trabajé en Emergencia– en qué fecha y a qué hora fue asistida esa señora. Creo que todo el mundo hace ese procedimiento.
SEÑOR SICA BLANCO: La señora manifiesta que fue asistida por un cólico hepático y usted manifiesta que allí fue asistida por un intento de autoeliminación con psicofármacos.
SEÑORA TRÍAS: Tomó psicofármacos. Es lo que ella me dijo. O sea, es ridículo lo que me dijo –según mis conocimientos– porque ella manifiesta que tomó un frasco de Fenergan y el Fenergan es un antialérgico con una mínima dosis de un barbitúrico, un sedante suave. Ella me dijo que había tomado un frasco, que había estado asistida ahí. Todavía me dijo: “Yo hace pocos días me atendí por un cólico y eso me va a matar”. Me pidió buscapina y yo le di calmante en el piso.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿La señora le manifestó que días antes ella había estado asistida por un cólico hepático?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor. Exactamente.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿En el mismo hospital?
SEÑORA TRÍAS: Ah, eso no lo puedo asegurar.
SEÑOR SICA BLANCO: Creo que, entonces, sería importante precisar bien cuál fue la fecha, porque aquí está de por medio un cólico hepático que se produce un día que es verdad y hay una intoxicación o presunta intoxicación otro día, que es cuestionable.
SEÑORA TRÍAS: Yo me manejo con la palabra de ella, nada más. Yo no bajé a Emergencia, porque yo tenía problemas en mis tareas y tenía un familiar en el piso 16 y un familiar en el piso 2 y yo no me iba a pasar toda la guardia corriendo atrás de familiares y amigos.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿Usted insiste en que el día que ella se asistió en el hospital de Clínicas por la presunta intoxicación fue un día después que estuvo en su casa, mejor dicho, el mismo día?
SEÑORA TRÍAS: Exactamente.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿O sea que si ella se quedó un día hasta la madrugada en su casa fue ese mismo día?
SEÑORA TRÍAS: Exactamente. Según el relato de ella no llegó ni a 8 de octubre, porque ahí la tuvieron que asistir y la llevaron a Emergencia del Clínicas. Yo le dije “¿Por qué hiciste esto?”. Y ella me respondió “Después que había hecho eso me di cuenta que había hecho un disparate y que podía implicar, que si me pasaba algo como que había sido un intento de que me habían hecho tomar algo”. No sé, una conversación así.
SEÑOR SICA BLANCO: La señora De Sarro, ¿considera que esto no es así? ¿No tomó ningún medicamento con intención de autoeliminación ni nada parecido?
SEÑORA DE SARRO: No. Yo estuve internada en el Clínicas.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿Asistida en el Servicio de Emergencia?
SEÑORA DE SARRO: Asistida en el Servicio de Emergencia.
SEÑOR GARCÍA: ¿Por?
SEÑORA DE SARRO: Por el cólico hepático, según el papel que ya les presenté, estuve el sábado, creo que es…
SEÑOR SICA BLANCO: ¿El sábado?
SEÑORA DE SARRO: No, no, la semana antes. Si esto fue un 4, fue… (…) el sábado siguiente a la semana de turismo.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿No coincide con que no salió de la casa de la señora Haydée Trías para ir a asistirse al Hospital de Clínicas?
SEÑORA DE SARRO: Sí, yo fui a asistirme.
SEÑOR SICA BLANCO: ¿Salió de un lado para ir a asistirse allí?
SEÑORA DE SARRO: Sí, sí.
SEÑORA TRÍAS: Sí, el mismo día. Eso fue lo que me comunicó a mí apenas llegué al hospital.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: Señora De Sarro: ¿usted se sintió mal en la casa de la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿La consultó a ella en su calidad de enfermera…?
SEÑORA DE SARRO: No, para nada.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: … respecto a…
SEÑORA DE SARRO: Estaba durmiendo. Lo único que hice fue decirle que me llevaba una campera, porque yo no había llevado abrigo y nada más. Ella me contestó: “Bueno, no lleves la de cuero”, porque creo que era la del yerno o algo así. Le contesté: “No, llevo esta de jean” y nada más.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Le informó a la señora Trías que se sentía mal?
SEÑORA DE SARRO: No, no, para nada.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Y de allí fue al Clínicas?
SEÑORA DE SARRO: Y de allí fui al Clínicas.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Usted puede precisar, más o menos, a qué hora de la noche era esto?
SEÑORA DE SARRO: Fue en horas de la mañana que yo ingresé al Clínicas.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿A qué hora se retiró usted de la casa de la señora Trías?
SEÑORA DE SARRO: Serían las dos y algo de la mañana. Un poco más, podría ser. No sé con exactitud la hora.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Y de la casa de la señora Trías fue directamente al Clínicas?
SEÑORA DE SARRO: No.
SEÑOR HIERRO LÓPEZ: ¿Fue a su casa?
SEÑORA DE SARRO: Fui hasta… O sea, fui hasta casa y de ahí fui al Clínicas.
SEÑOR PITA: Señora De Sarro: en el Servicio de Emergencia del Clínicas ¿usted recuerda si la atendió un médico sólo o luego la tendió un especialista?
SEÑORA DE SARRO: No, me atendió sólo el Servicio de Guardia.
SEÑOR PITA: ¿Es exactamente así? En el papel que usted me entregó figura el doctor Prego.
SEÑORA DE SARRO: Eso fue a la semana siguiente o a una distancia grande de días.
SEÑOR PITA: No, ese papel que usted tiene ahí es del 4.
SEÑORA DE SARRO. Por eso. Pero digamos de esa vez que yo fui pasaron tres o cuatro días.
SEÑOR PITA: No nos estamos entendiendo. El papelito del pase a policlínica quirúrgica que usted tiene, firmado creo que por el doctor Prego –porque me pareció identificar la firma– es del 4.
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR PITA: ¿Ese papelito viene de su asistencia en el Servicio de Emergencia?
SEÑORA DE SARRO: Sí, por un cólico hepático. Creo que lo dice.
SEÑOR PITA: Sí, lo dice, efectivamente.
SEÑOR GARCÍA: Aquí tenemos dos declaraciones, una brindada por la señora Trías en el día de ayer, otra brindada por la señora De Sarro en el día de hoy y lo que hemos escuchado hasta ahora. Yo diría, en relación a lo fundamental de un testimonio y otro, que se pueden apreciar coincidencias importantes, es decir, que aún en relación a hechos ocurridos años atrás, se aprecian coincidencias; un grupo de personas, salidas, determinadas personas, nombres, etcétera. Esa coincidencia lleva a la conclusión de que ambas testigos están haciendo referencia a hechos que indudablemente ocurrieron, es decir, que en relación a determinadas circunstancias ambos testimonios indudablemente son ciertos. Pero hay, además de esas coincidencias, contradicciones, gruesas contradicciones, que llevan a la conclusión lógica –así como antes dijimos que las coincidencias llevaban a la conclusión de que estaban dando una versión real, fidedigna, cierta– de que una de las testigos no dice la verdad. Por supuesto, no es a nosotros que nos corresponde hacer esa calificación, sino que será la Justicia quien dirá cuál testigo incurre en lo que el Código Penal llama falso testimonio, lo que se va a dilucidar eventualmente no acá en el Parlamento, sino en la sede penal que corresponda.
Pero aquí hay una contradicción que yo pienso es la fundamental. Aquí la señora Trías dice que a fines del mes de mayo de 1976 fue llamada por la señora De Sarro a un apartamento en donde estaba el señor Mattos, este la recibió atrás de una puerta en una actitud de prevención –seguramente con una pistola en la mano– y la señora Trías dice que fue llamada, fundamentalmente –además de por la relación de conocimiento y de amistad– en virtud de su calidad de enfermera para consultarla por un problema que tenía en ese momento el señor Mattos. En ese acto, este señor Mattos formula una confesión; dice que él asesinó, remató al senador Zelmar Michelini. Eso lo afirma en una forma categórica la señora Trías.
La señora De Sarro, en relación a este episodio, no lo recuerda, lo niega. Entonces, ahí yo veo una gravísima contradicción que indudablemente compromete, incluso penalmente, pienso yo, a una de las dos testigos, porque en relación a este hecho una de las dos testigos no está diciendo la verdad, porque es clara la conclusión.
Yo formularía a las testigos la pregunta de si ellas se ratifican en relación a esta contradicción que seguramente va ser dilucidada por la vía que corresponde.
SEÑORA DE SARRO: Yo no me rectifico.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Usted no se rectifica?
SEÑORA DE SARRO: No, no.
SEÑOR PRESIDENTE: Quiere decir que mantiene en todos los términos lo que declaró en el día de ayer.
SEÑORA DE SARRO: Es más: vuelvo a repetir lo que dije hoy: en el período que según la señora Trías dice que Mattos dijo tal cosa, él no pertenecía a ningún departamento o lugar donde se hiciera inteligencia o se trabajara de esa manera, sino que estaba haciendo un curso en el Instituto de Estudios Superiores y en ningún momento viajó, salvo que se pueda asesinar a una persona a larga distancia. En esa fecha nos veíamos muy asiduamente, como dije hace un rato.
SEÑOR PRESIDENTE: ¿Por qué razona usted que esa tarea estría a cargo de determinados servicios?
SEÑORA DE SARRO: Porque supongo que una persona que esté estudiando o por lo que he leído, normalmente las tareas contra la subversión o contra lo que molestara en ese momento, lo hacían los servicios de inteligencia. Mi esposo, por ejemplo, jamás tuvo ningún tipo de procedimiento más que el de custodiar en el estadio o cosas por el estilo, o un desfile. Supongo, sé positivamente, que no todo el Ejército se dedicaba a los servicios de inteligencia, que era un destino como puede ser cualquier otro.
(Ocupa la Presidencia el señor representante Sica Blanco)
SEÑOR GARCÍA: Señora Trías: ¿ratifica su declaración en el sentido de que en ese apartamento a donde fue llamada en su calidad de enfermera por la señora De Sarro, allí el señor Mattos dijo, ante su presencia, que él había matado, asesinado al senador Michelini?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor.
SEÑOR GARCÍA: ¿Se ratifica en esa declaración?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor, terminantemente.
SEÑOR GARCÍA: Le voy a hacer una pregunta a la señora De Sarro. ¿En algún momento estando con el señor Mattos pudo comprobar que él hubiere estado en una situación de nerviosismo o hubiere padecido algún impedimento, frustración, etcétera, desde el punto de vista intelectual o físico?
SEÑORA DE SARRO: No, en ningún momento.
SEÑOR GARCÍA: ¿Por ninguna causa emocional o física recurrió usted a la señor Trías para pedirle consejos, etcétera?
SEÑORA DE SARRO: ¿En qué ocasión?
SEÑOR GARCÍA: En alguna oportunidad.
SEÑORA DE SARRO: En muchas; son muchos años de amistad. Muchas veces.
SEÑOR GARCÍA: Pero en relación concretamente al señor Mattos.
SEÑORA DE SARRO: No, jamás. Si él en algún momento hubiera estado enfermo o se hubiera sentido mal estando conmigo, lo hubiera metido en un taxi y lo hubiera llevado al Hospital Militar.
SEÑOR GARCÍA: Señora Trías: tiene alguna ampliación que formular en relacion a este episodio, ¿el señor Mattos estaba en una situación síquica especial o física o tenía algún impedimento que fuera el motivo de la llamada de la señora De Sarro?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor. Quiero hacer una aclaración –lo he razonado anoche–: Soy Auxiliar de Enfermería, titular presupuestada hace diez o doce años. Quiero explicar una cosa: la evaluación de un paciente la hace la Auxiliar de enfermería, yo no tengo un sicólogo ni un siquiatra al lado, o sea que yo evalúo a mi paciente. Si veo que el paciente no está ubicado en su tiempo y espacio, si el paciente está ansioso, si está sudoroso, si no duerme, si está angustiado, yo decido comunicar a quien corresponde que llame a determinado especialista. Por esa razón me considero capacitada –cosa que ayer se discutió– para evaluar una situación y decidir si es necesario llamar a un médico. Respecto a que llamaran o no a un médico, comparo la situación con la que estoy viviendo. Yo tengo en mi casa dos custodias armados que van a resolver la situación. El señor Mattos se estaba cubriendo él mismo con las armas, él mismo estaba dentro de su casa. Él no podía –según lo manifestó– dirigirse, como dice ella, tan libremente, a ningún hospital ni a ningún lado, porque precisamente fue lo que se planteó. Se planteó que él estaba angustiado, emocionalmente mal, que tenía –recuerdo que lo dijo– desconfianza de lo que comía, que tenía miedo que lo envenenaran, que tenía miedo que lo mataran. Así empezó la conversación –lo he meditado mucho últimamente–: que tenía miedo que lo mataran y yo iba a escuchar. Comía alimentos enlatados…
(Ocupa la Presidencia el señor Representante Fau.)
SEÑOR GARCÍA: ¿De quién tenía miedo?
SEÑORA TRÍAS: Bueno, usted me pidió un relato y voy a tratar de ser lo más concreta y quiero –si es posible– que quede claro esto.
¿Por qué considero yo que se me llamó? Me dijo que tenía miedo y que aparte –una cosa que a mí me cuesta decirlo– ellos dos tenían relaciones y el problema fundamental que ella quería hablar conmigo, que no lo hablé con él y, en realidad no puedo decir si él habló del tema, era que él estaba sexualmente impotente y era el amante de ella, y estaba impotente. Y yo pregunté: “¿Y cuál es la razón de todo esto?”, porque era la pregunta lógica. Porque a mí se me llamó, se me dio la pauta que yo iba para evaluar la situación. Entonces me dijo que estaba impotente y, entonces, yo le pregunté por qué. Ahí me dijo la señora que era porque él había matado a Michelini. Yo no estaba enterada que había muerto Michelini. Y él participó en la conversación. Y dijo cosas que no las veo lógicas.
SEÑOR GARCÍA: Una precisión importante ¿quién le dijo? ¿La señora De Sarro le dijo que era porque él había matado a Michelini?
SEÑORA TRÍAS: Sí, fue la señora la que comenzó la conversación.
SEÑOR GARCÍA: ¿La señora De Sarro le dice a usted: sí, él está en esa situación, porque mató a Michelini?
SEÑORA TRÍAS: Sí, y él estaba presente. Estábamos en la sala esa, que era una salita de entrada, sentados. Él estaba en un taburete un poco más alto y una silla, él estaba sentado y yo estaba parada.
SEÑOR GARCÍA: ¿Qué reacción tuvo él cuando la señora De Sarro le dio a usted esa explicación?
SEÑORA TRÍAS: La reacción de casi todos los pacientes que sufren una crisis emocional profunda: desahogarse. Es más: no le doy mucha importancia a cómo él relató los hechos, porque lo que él quería en ese momento era descargar su tensión emocional, pero no negó para nada que lo que estaba diciendo la señora fuera o no positivo. Él siguió hablando del tema.
SEÑOR GARCÍA: ¿Y le dijo en alguna oportunidad que él había matado?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor.
SEÑOR GARCÍA: ¿Con su propia boca lo dijo?
SEÑORA TRÍAS: Sí, señor. Él siguió hablando del tema. Recuerdo que me mostró armas que tenía. Yo no entiendo nada de armas, no entiendo nada de operativos, no sé cómo se maneja el Ejército ni determinados movimientos subversivos ni antisubversivos. Yo sé lo que dijeron; no sé ni lo que es un grado, ni considero que fuera a nivel militar que había un movimiento contra la subversión, sino que las personas que lo hicieron tendrían sus motivaciones y como dijimos al principio y está registrado ellos me dijeron que había sido por dinero. El dinero era en dólares. Y todavía me dijo él que era amigo de él y ella me dijo que era amigo de él.
SEÑOR GARCÍA: Y usted, señora De Sarro, ¿considera que la supuesta mentalidad fantasiosa de la señora Trías la puede llevar a armar una historia con tantos detalles y relatada en forma tan minuciosa?
SEÑORA DE SARRO: Creo que eso, mejor que yo, lo puede dictaminar un siquiatra forense.
SEÑORA TRÍAS: Muy bien contestado.
SEÑOR RIJO: Considero que a esta altura del interrogatorio, el propósito de esta comisión ha sido cumplido, porque estamos ya entrando en posiciones que no corresponden a la competencia de esta comisión. Creo que el careo, porque tal fue la resolución final de este Cuerpo, con algunas preguntas individuales que, en definitiva, todos los legisladores hemos agotado, se puede dar por finalizado. Considero que de aquí en más nos vamos a ir deslizando hacia un campo que no es campo de actuación de esta comisión. Por ese motivo –salvo que algún señor legislador tuviera más preguntas que fueran más concretas y más pertinentes– sugiero dar por terminado el interrogatorio, que las testigos esperen unos minutos, porque debemos evaluar la nueva actividad de la comisión.
SEÑOR MACHIÑENA: Deseo formular una pregunta que se me había olvidado. Señora De Sarro: ¿usted al señor Cordero lo ha visto –según sus declaraciones–, hasta hace dos años, bastante asiduamente?
SEÑORA DE SARRO: Que no lo veo hace dos años. Puede hacer un poco más.
SEÑOR MACHIÑENA: Pero antes lo veía asiduamente por las relaciones con la familia.
SEÑORA DE SARRO: Asiduamente…, sí.
SEÑOR MACHIÑENA: Relativamente.
SEÑORA DE SARRO: Sí.
SEÑOR MACHIÑENA: ¿Usted acepta que la señora Trías estuvo viviendo con usted cuando tuvo un episodio en su vida…?
SEÑORA DE SARRO: Estuvo un lapso corto, pero estuvo.
SEÑOR MACHIÑENA: Estuvo viviendo con usted.
SEÑORA DE SARRO: Pero Silvia no estaba, estaba con su madrina. Perdón, con su madrina no, sino con una amiga de ella, Perla.
SEÑOR MACHIÑENA: ¿Y en esa oportunidad en ninguna ocasión vio al señor Cordero? ¿No concurrió a su casa el señor Cordero?
SEÑORA DE SARRO: no puedo decirlo con exactitud. Sé que se vieron una vez sola.
SEÑOR MACHIÑENA: Pero si usted me dice que no puede decirlo con exactitud, cómo afirma…
SEÑORA DE SARRO: Lo que no recuerdo… O sea, yo me he mudado muchas veces. Lo que no recuerdo con exactitud es si fue esa vez que lo vio en Comercio y Nancy o si fue en Rivera y Anzani o si fue en Gregorio Sanabria. Me he mudado muchas veces, por lo que no puedo precisar exactamente…
SEÑOR MACHIÑENA: Perfecto. Muchas gracias.
SEÑOR GARCÍA: Yo acepto la sugerencia del señor diputado Rijo, pero siempre y cuando no haya ningún integrante de este cuerpo que tenga alguna pregunta que formular.
Pienso que esta sesión ha sido llevada en la forma que corresponde, creo que todas las preguntas han sido pertinentes y que aquí no estamos entrando en ningún camino donde no podamos entrar, porque aquí se pueden formular todas las preguntas que se nos venga en gana. Por lo menos esa es mi interpretación. Yo aquí me siento con absoluta libertad para decir lo que a mí se me ocurra, y creo que ese debe ser el espíritu de cada uno de los miembros de la comisión. Por lo tanto, aquí no hay ninguna impertinencia y acepto la sugerencia del señor diputado siempre y cuando no haya ninguna pregunta que formular.
SEÑOR PRESIDENTE: Esta parte de las sesión está referida exclusivamente a la conversación con las dos testigos, por lo que toda la parte de interpretación o de procedimiento la hará la comisión con la sola presencia de sus miembros. No deseo limitar a nadie, pero pido que el debate no siga en este tono, porque el asunto es con los testigos y estamos preguntando a los testigos, para lo cual ofrezco la palabra a los señores diputados que deseen formular alguna pregunta.
Si no se formula ninguna pregunta, pediríamos a las señora testigos que esperen unos breves minutos, porque la comisión va a evaluar el trabajo realizado y luego las dejaríamos en libertad de acción.
(Se retiran de Sala las testigos señora Haydée Trías y Juliana De Sarro.)
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